A la memoria de Adam Schmidt,

y abrazo fraternal a Samuel

 

El objetivo central de la elección de nuevos dirigentes en el PAN no fue otro que el de superar el trauma del 2012: la segunda alternancia para regresarle la presidencia de la república al PRI y el reconocimiento del fracaso en el corto periodo panista 2000-2012.

 

El PRI quedó pasmado en el 2000 cuando le entregó la presidencia al PAN y hubo de tocar fondo para revivir con la candidatura muy adelantada del entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto.

 

Las claves del regreso del PRI fueron muy precisas: el control político estatal, la primera minoría legislativa, una élite priista posmadracista unida y el posicionamiento fuerte de Peña Nieto en las encuestas. Pero el arma secreta también contó: el fracaso panista en el poder.

 

El desafío de la corta gestión de Gustavo Madero como presidente reelecto radicará en sentar las bases de la reconstrucción general del PAN en menos de 15 meses. Y la tarea será hercúlea: militancia, doctrina, proyecto de gobierno y sobre todo la restauración del tejido panista que se rompió en los gobiernos de Fox y Calderón.

 

A diferencia del PRI que se mantuvo unido después de la derrota y sin dejar que ningún ex presidente de la República metiera las manos, el PAN entró en disputa entre un Fox que profundizó la crisis partidista al no refrendar su militancia, quedar fuera y haber ayudado al PRI, y un Calderón marcado por el pésimo manejo mediático de la estrategia de seguridad contra el crimen organizado.

 

Por el resultado interno en la elección del domingo pasado, el PAN podría posponer su unidad interna hasta 2016, aunque sería demasiado tarde. Electoralmente, el PAN regresó en el 2012 a las cifras anteriores a la victoria presidencial del 2000. Y las cifras electorales señalan una caída en las elecciones intermedias, lo cual exhibirá un 2015 más crítico al PAN.

 

Y más que la pugna Madero-Cordero, el verdadero problema del PAN estará en superar el golpe electoral del 2012: tercer lugar. En una encuesta realizada por el PAN después de esas elecciones presidenciales, la militancia aportó tres datos que determinaron la derrota: mala candidata presidencial, peor campaña y divisiones internas. Además, el 49.6% de los panistas consideró que el peor pasivo electoral fue la violencia criminal.

 

En la edición de agosto de 2012 de la revista panista Bien Común, la politóloga e historiadora sobre el PAN, Soledad Loaeza, estableció una razón de la derrota del PAN: no se puede gobernar un país sin Estado; y otros colaboradores dieron otras dos razones: existe un problema en la relación ideología-doctrina y la clave está en la organización de la ciudadanía.

 

En esa misma publicación el panista Carlos Castillo -hijo de Castillo Peraza pero él mismo ya con presencia ideológica en el PAN- resumió los errores del PAN en la presidencia: “las dirigencias panistas premiaron el amiguismo, la improvisación y la trampa o la astucia para estirar las reglas y adaptarlas a intereses de la minoría, la falta de democracia, el acarreo y el corporativismo, y la censura”.

 

El PRI regresó al poder porque es un partido nacido del y para el poder; el PAN surgió como contrapeso de poder del PRI; apenas en los 70 procesó la posibilidad de la alternancia y el poder quebró su unidad interna. El gran dilema de Madero y de los panistas estará en decidir si regresa al PAN tradicional de la ética o se consolida en el PAN del poder, es decir, como oposición leal o como partido de alternancia.

 

Y Madero debe partir de la certeza de que la reconstrucción del PAN tardará más que los plazos del 2015 y del 2018.