MADRID. Por motivos de seguridad, Arabia Saudita cerró hoy su embajada y consulado en Trípoli y evacuó a su personal diplomático de Libia, donde el fin de semana un grupo armado de milicianos atacó el Parlamento.

 

“Todo el personal diplomático ha abandonado la capital libia a bordo de un avión privado debido a la inseguridad que se está viviendo en Libia”, dijo el embajador saudita Mohammed Mahmoud al-Ali en un comunicado divulgado por la agencia estatal de noticias SPA.

 

Indicó que la embajada y el consulado volverá a abrir cuando la situación se estabilice en Trípoli.

 

La decisión de Arabia Saudita de cerrar su embajada fue tomada a pesar de que el gobierno libio insiste en que la situación está bajo control.

 

Sin embargo, las autoridades libias cerraron la víspera el aeropuerto de Bensagi por razones de seguridad, después de que un grupo de asaltantes lanzaron cohetes contra la terminal aérea.

 

Los ataques perpetrados este fin de semana por militares fieles al general retirado Jalifa Hafter y milicias armadas en Bengasi, causaron al menos 79 muertos y 141 heridos, además pusieron de relieve la incertidumbre política e inseguridad que vive el país.

 

Este domingo, hombres armados a las órdenes del general Haftar atacaron el Parlamento libio y se enfrentaron a las fuerzas regulares.

 

Los miembros de la milicia de Haftar, autodenominada Ejército Nacional Libio, atacaron la sede del Parlamento en Trípoli con armas antiaéreas y lanzagranadas, según testigos.

 

La milicia del general Haftar exigió la paralización de la actividad parlamentaria en el Consejo General Nacional (Parlamento) y la entrega de las competencias legislativas a la Asamblea Constituyente elegida en los comicios del pasado 20 de febrero.

 

Además, expresó su rechazo al nombramiento de Ahmed Maitiq como nuevo primer ministro del país.

 

En Bengasi, en el este de Libia, Haftar, un general retirado que participó en la rebelión contra el régimen de Muamar Gadafi en 2011, lanzó el viernes pasado una operación contra grupos islamistas armados que han convertido la ciudad en su feudo.

 

Las autoridades de transición libias que llegaron al poder tras la caída de Gadafi no han logrado estabilizar el país, especialmente en el este -donde operan importantes milicias-, ni concluir la transición hacia un régimen democrático puesta en marcha entonces.