Es probable que el ex presidente de México, Felipe Calderón, donde quiera que se encuentre, se estará frotando las manos de gusto al ver el estado de violencia criminal que hoy se vive en gran parte del país; del descontrol de las autoridades federales y estatales y por los resultados inversos que se perciben a casi año y medio del gobierno de Enrique Peña Nieto…

 

Su sonrisa cruel, como es él mismo, le impide reconocer que gran parte del problema se originó durante su gobierno (2006-2012): Fue él quien obedeció con ojos cerrados las estrategias de seguridad del gobierno de Estados Unidos –policías, inteligencia, seguridad nacional…– con quienes, al estilo americano del ‘ojo por ojo’ causaron más de 70 mil muertos en el lapso…

 

Y fue él quien se empeñó en una guerra de confrontación, aunque en esa batalla ‘se sometiera’ a delincuentes antes que detenerlos para ponerlos a disposición de la ley; y que esa misma política de exterminio, causara la vida a miles de inocentes y el dolor interminable de sus familias…

 

Él comenzó su guerra en Michoacán apenas llegó al gobierno federal. Es su tierra y se empeñó en que su hermana Luisa María Calderón fuera gobernadora. Pero la situación fue de mal a peor. Se le salió de las manos.

 

Del grupo criminal La Familia se pasó a Los Caballeros Templarios. Para terminar con sus abusos y crímenes surgieron en febrero de 2013 los proclamados ‘Autodefensas’… Y de ahí en adelante:

 

En Michoacán el personaje principal comenzó ser la confiabilidad o no en estas ‘autodefensas’: el debate se centraba en la incapacidad de gobierno federal y estatal para solucionar por las vías institucionales el problema criminal y se reprochaba que se tuviera que organizar la sociedad civil para su propia defensa.

 

El gobierno federal y estatal no desdeñó la existencia de miembros de la sociedad en su lucha: “para que la cuña apriete, ha de ser del mismo palo”… se decían entre dientes…

 

El vértigo con el que crecieron estas autodefensas generaron dirigentes que rebasaban a la autoridad de gobierno. El gobierno estatal, débil por las idas y venidas del gobernador por motivos de salud y el federal sin acertar a detener la violencia en una tercera parte del estado…

 

…Y con un Ejército mexicano y Marina mexicana a las que se acusa de que en muchos casos han violado los derechos humanos. El 15 de enero de este año el presidente Enrique Peña Nieto envió a un Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán: Alfredo Castillo. Su autoridad muy por encima de la del gobernador Fausto Vallejo, ya reinstalado en el gobierno, lo que no ha dejado de convertirse en un problema de gobierno y de gobernabilidad.

 

Su punto de negociación serían los líderes de los ‘autodefensas’. Primero para reconocer su apoyo y luego para convocarlos a integrarse a las fuerzas de gobierno, como parte del Estado.

 

El actor principal dejó de ser el crimen organizado. De pronto estábamos en el debate de cómo reintegrar a quienes enfrentaban a los grupos criminales. Y de pronto autodefensas fueron criminalizados. Nos enteramos que estos grupos estaban infiltrados y que algunos de sus dirigentes, presuntamente podrían estar involucrados en hechos criminales: Hipólito Mora está detenido; se investiga al doctor José María Mireles por homicidio.

 

El Comisionado Castillo llamó a las autodefensas a entregar las armas y a incorporarse a una Policía Rural Estatal para la zona de Tepaltepec, Buenavista y Tomatlán, que estará bajo las órdenes de la Secretaría de Seguridad de Michoacán. Se les habían quitado las armas. Se les entregaron otras armas: dos a cada uno de los 450 incorporados: un arma corta calibre 9 milímetros y un fusil calibre .223. Eso es. Extraño procedimiento: Desarme-arme.

 

Pero la situación en Michoacán sigue igual. La violencia está a la vista en por lo menos 30 de los 113 municipios de la entidad…

 

Esa misma violencia criminal está, ya, a otras entidades en las que existía pero en las que se ha recrudecido en semanas recientes: lo más notable: el Estado de México, cuyo gobernador, Eruviel Ávila (PRI) ha tenido que pedir el apoyo del Ejército mexicano.

 

Guerrero está en la mira y ahora Tamaulipas en donde, apenas horas después de que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunciara una nueva estrategia de seguridad, los grupos del crimen organizado enviaron señales de muerte: en tan sólo dos días ocurrieron 14: cuatro en Tampico y 10 en Reynosa. En Ciudad Madero y Ciudad Victoria hubo agresiones.

 

El problema de la violencia criminal persiste en México. La lucha entre cárteles de la droga está ahí. Las muertes de mexicanos ocurren: ¿Inocentes o culpables? ¿Lo sabremos?…

 

Es tiempo ya, urgente, de que el gobierno federal y los gobiernos estatales: de toda la República, se involucren en un problema que es de algunos, pero que puede ser de muchos a corto plazo.

 

Es urgente que se rehaga la estrategia que se ha seguido hasta ahora y se proceda con inteligencia, con instrumentos de seguridad inteligente, con una buena limpia de las corporaciones de seguridad plagadas de infiltrados criminales y, si, que se actúe en ley y derechos humanos. No hay duda de que el gobierno quiere solucionar el problema. La estrategia no le ayuda.

 

Es tiempo, ya, de que se haga prevalecer el interés de México y de sus ciudadanos en esta lucha, y no el de Estados Unidos que, por otra parte, no ha movido un solo dedo para detener el altísimo consumo de estupefacientes en el primer país consumidor del mundo que, sin embargo, exige a México el cuidado de su seguridad nacional.

jhsantiago@prodigy.net.mx