Quizá por ser ingeniero civil titulado y con experiencia profesional en la reconstrucción de Chile tras el terremoto de 1985, Manuel Pellegrini gusta de crear sus proyectos deportivos desde los cimientos, con perfecto cuidado en suelo y subsuelo, con un ritmo de construcción sustentable.

 

Visto a distancia, y con la prisa que acompaña al futbol europeo actual, no parece de gran mérito estar accediendo al primer título de liga como director técnico cuando se cumple ya una década dirigiendo en el viejo continente.

 

No, a menos que revisemos en dónde se ha entrenado y con qué impacto.

 

Pellegrini llego a España con una aureola especial. Había conquistado títulos en todos los banquillos que había ocupado: la Universidad Católica de su país, la LDUQ de Ecuador, San Lorenzo y River Plate en Argentina.

 

Sin embargo,  su arribo se dio en el Villarreal, club que por entonces vivía entre los caprichos de un dueño millonario y la indolencia de sus futbolistas que encontraban en la costa valenciana mejor escenario para la jubilación que para consolidar un proyecto futbolero. Antes de Pellegrini, el denominado “submarino amarillo” destacaba más en el verano, donde hacía millonarias contrataciones, que en el torneo, donde una frustración seguía a otra.

 

Bajo la batuta del ingeniero, el Villarreal acarició la final de Champions League en su temporada debut en tal torneo, pero Román Riquelme erró de último minuto el penalti que habría representado superar la semifinal contra el Arsenal.

 

Tiempo después, el Real Madrid entendió que tras la inestabilidad consecuente de la absurda salida de Vicente del Bosque (ocho estrategas en seis años), Pellegrini era el hombre indicado. En el terremoto merengue, el ingeniero chileno era el elegido para levantar un nuevo plan. Florentino Pérez volvía a la presidencia merengue y lo hacía, como en su etapa anterior, con fichajes galácticos: Cristiano Ronaldo, Kaká, Karim Benzema, Xabi Alonso.

 

Pellegrini se encontró entonces con el mejor de los Barcelonas y no le bastó lograr la hasta entonces mayor cantidad de puntos en una temporada del Real Madrid, para ser campeón. Sus pecados, en todo caso, fueron las prematuras eliminaciones de Champions League (por Olympique Lyon) y Copa del Rey (por el Alcorcón de tercera categoría). ¿Visiones a largo plazo? No en el Santiago Bernabéu y no con un personaje alejado de los estándares mediáticos que gustan a Florentino. Sereno, prudente, poco acaparador de protagonismo, Pellegrini fue relevado por el DT con perfil más distinto: José Mourinho.

 

Se fue al Málaga e incluso bajo la problemática de un jeque que no pagaba sueldos a sus dirigidos, consiguió grandes proezas otras vez en la Liga de Campeones (aquí lo eliminó una voltereta en fuera de lugar y de último segundo del Borussia Dortmund). Mourinho había dicho al referirse a él que “si el Real Madrid me echa no voy a entrenar al Málaga, me voy a un grande en Inglaterra o Italia”. Quiso el destino que en 2013 los dos se fueran a grandes y en la misma liga: Mou de vuelta en el Chelsea, Pellegrini en Manchester City.

 

La tensión siguió en Inglaterra (otra de Mou: “Me sorprende que necesite una calculadora si es de profesión ingeniero”, respuesta de Pellegrini: “No voy a contestar cada vez que él diga algo. No voy a caer en un nivel tan bajo”). Y, al final, el chileno tiene la risa a su alcance: un empate en esta última jornada y será campeón de la Liga Premier. Su primera liga en Europa, finalmente a la mano.

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