Justo en el año en que se recuerda el primer centenario del nacimiento del último marxista y socialista mexicano, José Revueltas, el Partido de la Revolución Democrática celebra su primer cuarto de siglo de existencia sin entregar buenas cuentas ideológicas y sumido en una de las peores fracturas de la izquierda.

 

Aunque en sus documentos básicos hay sólo una cita de la palabra-concepto socialismo, la crisis en la elección de su nueva dirigencia revela que el PRD perdió, por transfusión sanguínea de ideas y compromisos, el ADN socialista y se debate entre el populismo cardenista de Cuauhtémoc Cárdenas, el neopopulismo asistencialista de Andrés Manuel López Obrador y el partido-franquicia de Los Chuchos.

 

En la celebración, el PRD sólo confirmará la afirmación de Revueltas en 1962 de la inexistencia histórica de un partido socialista, marxista, proletario. El PCM vio derrotada su línea proletaria en la gran represión de 1958, encontró una salida lateral de emergencia en la participación en los movimientos estudiantiles de los sesenta y se agotó con la reforma política que lo legalizó en 1978.

 

De 1978 a 1989, la izquierda extravió el rumbo ideológico, no supo construir una cultura socialista, se alejó de los sindicatos y organizaciones campesinas y cambió dos veces de nombre: Partido Socialista Unificado de México en 1981 y Partido Mexicano Socialista en 1987: luego de las elecciones presidenciales de 1988, el PCM aceptó su fin histórico y le entregó el registro, nombre y herencia socialista a los priistas cardenistas de la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo y la herencia del socialismo se hundió en los pantanos cenagosos de la ideología priista populista. Así, la izquierda socialista del PCM, que nació como partido en 1919, terminó en un subsector priista.

 

El 25 aniversario de la fundación del PRD será celebrado hoy 5 de mayo con el discurso central de Cuauhtémoc Cárdenas, pero sin el ala neopopulista de López Obrador, que está fundando su propio partido, y con el PRD en disputa entre Los

 

Chuchos y la tribu de René Bejarano, el operador en 2004 de López Obrador que apareció en un video recibiendo dinero negro del empresario Carlos Ahumada Kurtz.

 

El PRD pasó de partido socialista a movimiento de masas controlado por el caudillismo. Luego de las presidencias de Cárdenas y López Obrador, la ausencia de un caudillo ha llevado al PRD a una disputa por posiciones de poder y por tanto a un partido franquicia. Cárdenas ya avisó que podría sacrificarse otra vez como presidente del partido, al grado de que se modificaron los estatutos para permitirlo, pero sus condiciones sólo revelaron apropiación de posiciones de poder vía candidaturas sin pasar por las reglas del partido.

 

En su obra Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Revueltas probó, a través del análisis marxista, que el PCM no era un partido socialista ni proletario ni de izquierda, lo que le valió la segunda expulsión. La represión en 1958 quebró el rumbo ideológico del PCM y de alguna manera abrió el camino para que terminara sus días entregándole registro e historia a una fracción del PRI que se salió del PRI porque el PRI había dejado de ser PRI.

 

Y como para comprobar que la izquierda socialista fue siempre priista, el PRD llegó a su punto culminante con la alianza con el PRI a través del Pacto por México para definir reformas estructurales que le interesaban al Revolucionario Institucional y sin incorporarle propuestas del de la Revolución Democrática.

 

Así, en el año del centenario de Revueltas, se puede afirmar que México carece de un partido de izquierda, que la izquierda no ha llegado más allá del priismo como ideología y que el PRD es, como el PRI, sólo una agencia de colocaciones.