Fue uno de los fundadores de La Familia Michoacana y uno de los que después construiría el nuevo rostro del cártel, bajo la denominación de Los Caballeros Templarios.

 

Al principio Enrique Placarte Solís, El Kike, fungía como operador administrativo de Nazario Moreno, El Chayo, uno de los principales líderes de La Familia Michoacana.

 

Los informes de inteligencia lo describían entonces como un hombre negociador y prefería las alianzas a la confrontación. Pero cuando las disputas internas y la persecución del Estado se incrementaron, decidieron cambiar el nombre al grupo y, uno de los autores de la nueva denominación fue El Kike.

 

Para entonces, Plancarte ya era un hombre importante en el escalafón del cártel, y con el cambio se convirtió en uno de los principales líderes, al mismo nivel que Servando Gómez, La Tuta.

 

El Kike, de 43 años, logró establecer su base de operaciones en la zona de Tierra Caliente de Michoacán, en donde construyó varios ranchos y lugares de descanso, uno de ellos incluía, por ejemplo, una plaza de toros.

 

Utilizaba camionetas de lujo y organizaba fiestas a donde acudían bandas de renombre y también cantaban sus hijos Melissa Plancarte Bustos, La Barbie Grupera, y Enrique Plancarte Jr.

 

Logró controlar el robo de combustible en Michoacán y en el Estado de México, el cobro de extorsiones a empresarios, la toma del Puerto de Lázaro Cárdenas que permitía el acceso de químicos para la fabricación de drogas sintéticas y la distribución de enervantes a otros países.

 

Su poder lo ejercía con muestras de violencia y capacidad de fuego. En octubre de 2012, en uno de sus ranchos, ubicado en el poblado de Los Cuiniques, el Ejército encontró armamento de combate, incluido un lanzacohete antitanque.

 

La Procuraduría General de la República ofrecía una recompensa de 10 millones de pesos y se le acusaba de los delitos de delincuencia organizada, contra la salud y portación de armas exclusivas del Ejército.

 

En los últimos meses, Plancarte debió adoptar un bajo perfil y dejar Michoacán, no sin antes llevarse sus caballos pura sangre, los toros de lidia, las camionetas de lujo, joyas y dinero.