Si la historia del futbol mexicano arranco en Pachua, ¿por qué la historia de las barras bravas en México no? El hecho no es motivo de orgullo, pero la historia dice que la Ultratuza fue el primer grupo de animación al estilo sudamericano que se creó en México; paradójico, no fue por iniciativa propia su creación, sino organizada por los directivos de los Tuzos, quienes trajeron barristas argentinos para enseñar los modos de operación de estos grupos, que en el futbol argentino o brasileño tienen gran control sobre los clubes, incluso intimidando a jugadores y hasta dirigentes si no cumplen con sus caprichos.

 

Por eso lo que sucedió el sábado pasado en el estadio Jalisco simplemente fue el colofón de acciones provocadas por una moda importada de Sudamérica, y que en muchos, por no decir que todos los casos, fueron creadas por directivos de las propias instituciones, aunque algunos directivos ya no sigan al frente de ciertos equipos.

 

No es un secreto que estos grupos reciben boletos de los equipos que apoyan. Así pasa en Pachuca, América, Pumas, Atlas, Chivas, al menos hasta el partido pasado. Si no, recordar, por ejemplo, que la barra americanista La Monumental, nace gracias al entonces presidente amarillo Javier Pérez Teuffer, quien entregó el control para la repartición de boletos a Isaías Reyes, quien llegó a fungir como coordinador de las porras americanistas, con oficina en las instalaciones de Coapa y a quien se llegó a acusar de revender boletos y permitir que se duplicarán las credenciales que se supone acreditaban a los barristas del club, credenciales expedidas por el América, que eran revendidas por los mismos líderes a los porristas o cualquier persona que quisiera entrar a un partido de las Águilas.

 

Al menos ese sistema operó hasta hace un par de años, cuando los líderes barristas se situaban en una de las puertas del Estadio Azteca, del lado de Tlalpan, donde una vez “adquirida” dicha credencial, ésta era depositada en un cajón para entrar al recinto, sólo para volver a ser recogida por dichos líderes, y revendida para el próximo partido.

 

No es lo único. Las barras tienen otras fuentes de ingresos, como son los propios jugadores de futbol, que les pagan para asegurarse de recibir apoyo. Ocurrió un caso que no pudo ser comprobado, de un delantero argentino del Toluca, que logró que los integrantes de las porras del equipo presionaran a la directiva del equipo en su favor.

 

José Cardozo, ex ídolo del Toluca bien sabe lo que es sufrir lo contrario, y por eso ayer exigió que los directivos deben dejar de financiar a las barras.

 

Equipos como Pumas fueron acusados de pagar los autobuses en los que sus diversas porras se trasladan al estadio de Ciudad Universitaria o incluso a apoyar al equipo en sus viajes a provincial.

 

Y desde luego, en los estadios hacen lo que quieren. Según el reglamento de la Federación Mexicana de Futbol, en los estadios están prohibidos los llamados “trapos”, mosaicos y por supuesto petardos; elementos que cual ilusionistas, las barras se las ingenian para introducir a cada uno de los recintos.

 

Hasta ayer, y luego de los acontecimientos del pasado sábado, ya había incluso detenidos que serían juzgados por los acontecido en el estadio Jalisco, pero ¿y las autoridades que mandaron 750 efectivos para un duelo que albergó 65 mil personas?; Chivas no podrá vender boletos a sus grupos de animación de manera indefinida, justo cuando se viene el clásico ante América, pero ¿y las otras barras, hasta cuándo?