Una ceremonia desangelada, que duró apenas 20 minutos, y tres coronas de flores, pareció suficiente al PRI de Baja California para conmemorar dos décadas del magnicidio a Luis Donaldo Colosio Murrieta en la colonia Lomas Taurinas, lugar donde el candidato presidencial fue asesinado de dos balazos el 23 de marzo de 1994.

 

De acuerdo con los colonos del barrio popular tijuanense, las ceremonias de hace algunos años eran más vistosas y emotivas, acudían políticos de talla nacional, funcionarios de secretarías de Estado, además de otras personalidades de dentro y fuera de la entidad.

 

Sin embargo, ayer fue la excepción. Se dejó atrás la gran concurrencia, los cohetones y la música a todo volumen, para darle paso a una ceremonia protocolaria como las que han caracterizado en los últimos diez años.

 

El funcionario con mayor rango que acudió fue el alcalde de Tijuana, el priista Jorge Astiazarán Orcí, quien dio un discurso poco emotivo; además de la lideresa del partido tricolor en el municipio, Franciscana Krauss, y el presidente de la Fundación Colosio en Baja California, Abel Castro Bojórquez.

 

Entre los tres priistas, el tiempo de sus discursos sumó menos de 10 minutos y, claro, recordaron algunas frases del entonces candidato, pero que no pudieron arrancar las palmas y la emoción de los poco más de 200 asistentes al evento.

 

Luego de montar una guardia de honor y tomarse la foto, los funcionarios de bajo nivel dieron por clausurada la ceremonia. La Plaza de la Unidad y la Esperanza, en el mismo punto donde Colosio fue asesinado, quedó vacía y Lomas Taurinas regresó a la normalidad con su mercado sobre ruedas, su ambiente popular y su estatua de dos metros que inmortaliza al candidato presidencial.

 

“Tal pareciera que quieren olvidar a Colosio”, declaró Sergio, habitante de Lomas Taurinas. “Solo se acuerdan año con año, nada más, y eso ya no es como antes”, sostuvo Álvaro, otro de los colonos.

 

Los habitantes de la colonia esperaban un gran festejo por el 20 aniversario luctuoso del político sonorense, ya que el PRI regresó a Los Pinos, pero tal pareció que el festejo principal se concentró en la ciudad de México.

 

Sergio cuenta que hace unos años, el servicio de limpias comenzaba a arreglar y pintar la Plaza de la Unidad y la Esperanza unas tres semanas antes del día. Este año, un par de días antes bastaron para arreglar el lugar, con el apoyo de jóvenes estudiantes de preparatoria que realizaron un servicio social barriendo y pintando.

 

Desde hace 10 años, la remembranza corre a cargo del ayuntamiento de Tijuana, pero antes -de 1994 a 2004- el homenaje era como una fiesta que estaba a cargo del grupo priista Comité Amigos de Colosio.

 

En tanto, los grandes ausentes de ayer fueron la presidenta estatal del PRI, Nancy Sánchez, y el delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Oscar Aguilar González.

 

Justicia no homenaje

 

Entre los recuerdos a Luis Donaldo Colosio también hubo recriminación por su asesinato. Dos protestas marcaron el 20 aniversario de su asesinato.

 

Fernando, un señor de 51 años con sombrero y zarape, cargó por toda la Plaza de la Unidad y la Esperanza una pancarta blanca con letras negras en la que exigía: Luis Donaldo merece justicia no un homenaje.

 

Después de la ceremonia de los funcionarios públicos, la otra protesta tomó vida y captó la atención de periodistas, vecinos y asistentes.

 

Dos estudiantes de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) subieron las escaleras y al pie del monumento a Colosio colgaron una manta que rezaba: “El PRI de (Carlos) Salinas (de Gortari) –ex presidente de México- mató a Colosio, el mismo PRI que nos gobierna hoy”.

 

Para el periodista local, Israel Ibarra, las protestas fueron lo único novedoso en la ceremonia luctuosa: “Lo demás fue el mismo discurso de las 19 veces anteriores: y el ideario de Colosio permanece vivo”.