QUITO. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, anunció hoy que revisará la decisión de no presentarse a una nueva reelección en los comicios de 2017 y señaló que evalúa la posibilidad de reformar la restricción constitucional que por ahora le impide lanzarse por un nuevo mandato.

 

Correa, en su habitual informe sabatino, dijo que esa postura obedece al avance que ha tenido la derecha en los comicios locales del pasado domingo, cuando la oposición triunfó en cinco de los municipios más poblados del país.

 

El mandatario izquierdista dijo que es su deber comunicar que ha decidido revisar “la sincera decisión” de no lanzarse a una nueva reelección debido a “los nubarrones” que, según dijo, acechan a la Revolución Ciudadana, como denomina a su estrategia de gobierno.

 

La Constitución de Ecuador sólo permite la reelección presidencial por una sola vez y optar por un nuevo periodo tras pasar un periodo fuera del poder, por lo que la eventual reelección planteada por Correa exigiría una nueva reforma de la Carta Magna, aprobada en 2008.

 

Correa ya alcanzó esa reelección permitida constitucionalmente en febrero de 2013, cuando triunfó en unos comicios en los que también logró el control del legislativo, pues obtuvo cien de los 134 escaños de la Asamblea Nacional.

 

Justamente, la presidenta de la Asamblea, Gabriela Rivadeneira, anunció recientemente que el movimiento oficialista Alianza País estudiará una reforma que permita la reelección indefinida, proyecto que será puesto a consideración del foro legislativo.

 

Correa, en su intervención de hoy y al grito de “reelección” de la concurrencia que le acompañó en el informe, invitó a sus compatriotas a “debatir seriamente las restricciones” constitucionales a la posibilidad de reelección.

 

“Es mi deber revisar la sincera decisión de no lanzarme a la reelección porque tengo la responsabilidad de garantizar que este proceso sea irreversible”, señaló el gobernante al precisar que ese anuncio no supone, necesariamente, que vaya a presentarse en 2017.

 

“No les estoy diciendo que me voy a lanzar a la reelección; sí creo que hay que levantar esas restricciones”, insistió Correa, aunque también dijo que le gustaría presentarse a esos comicios para medir fuerza con el alcalde socialcristiano de la ciudad de Guayaquil, Jaime Nebot, uno de sus más acérrimos opositores.

 

Correa hizo el anuncio al evaluar los resultados aún preliminares de las elecciones locales efectuadas el pasado domingo, en el que los ecuatorianos votaron por 221 alcaldes, 23 prefectos, 867 concejales urbanos, 438 rurales y 4.079 vocales de las juntas parroquiales.

 

Aunque aseguró que el oficialismo sigue como la primera fuerza política del país, Correa admitió que la “dolorosa” pérdida de la alcaldía de Quito, ganada por el opositor Mauricio Rodas, muestra un avance de la derecha.

 

“La derecha ha salido fortalecida políticamente”, pero la facción que ganó en Quito es “organizada, con apoyo internacional, con estrategia de poder” y que “entra en el marco de la nueva ofensiva imperial contra los gobiernos progresistas de América Latina”, aseguró el mandatario.

 

También rechazó los análisis que advierten de una derrota del Gobierno en esos comicios y dijo que, si fuera ello cierto, la oposición no debería temer la posibilidad de su presentación a una nueva reelección, porque, según esos comentarios, nuevamente saldría derrotado.

 

Según Correa, el oficialismo alcanzó el 39,5 por ciento del total de votos acumulados en las votaciones del domingo y, por ello, “sigue siendo, de lejos, la primera fuerza política” del país, mientras que la votación ponderada de la oposición no llega al 25 por ciento.

 

También dijo que, de acuerdo a los datos que dispone, Alianza País, su movimiento, capta más del 50 por ciento de los votos para prefecturas, seguido del derechista CREO (Creando Oportunidades) con el 12 por ciento.

 

Asimismo, comentó que el oficialismo alcanzó un 34 por ciento del voto para las 221 alcaldías en disputa, frente al 13 por ciento del movimiento opositor SUMA.

 

No obstante, dijo que la pérdida de la alcaldía de Quito desnuda los problemas que afronta Alianza País, sobre todo un exceso de confianza, el sectarismo y las debilidades organizativas del movimiento.