Federico Campbell fue un intelectual que reflexionó extensamente sobre el poder y sus claroscuros, así como un novelista destacado. Falleció la tarde de este sábado por complicaciones de la influenza AH1N1 que lo tuvo grave los últimos 15 días y concluyó con un derrame cerebral.

 

Considerado el mejor narrador  “cachanilla”  -como se conoce a los bajacalifornianos- de su generación. El prolífico escritor mantuvo siempre un pie en otra vocación paralela, la de periodista, ensayista, dramaturgo y traductor.

 

Federico Campbell nació el 1 de julio de 1941 en Tijuana, Baja California, reseña su perfil biográfico publicado en el sitio electrónico www.literatura.bellasartes.gob.mx

 

Estudió derecho, filosofía y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como periodismo en el Macalester College, en Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos.

 

Colaboró en diversos diarios y revistas nacionales como La Jornada, Proceso y Milenio, en los que escribió su columna semanal “La hora del lobo”, apunta el portal del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

 

Además tradujo obras dramáticas de figuras literarias como William Shakespeare, Harold Pinter, David Mamet y Leonardo Sciascia. En 1969 fue corresponsal de la Agencia Mexicana de Noticias (Notimex) en Washington DC, capital de Estados Unidos.

 

Un año después se trasladó a España donde publicó su ópera prima Infame turba (1971), a la que siguió Entrevistas con escritores (1972), apunta el sitio web larc.sdsu.edu.

 

El que fuera miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) fundó en 1977 la editorial La Máquina de Escribir, y fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en 1990, y de la Fundación Guggenheim, en 1995.

 

A lo largo de su trayectoria fue galardonado en numerosas ocasiones, en las que figuran el Premio Nacional de Narrativa Colima, en el año 2000, por su novela Transpeninsular, y el Premio Nacional de Literatura Letras de Sinaloa, en 2011. En 2009 fue nombrado Creador Emérito de Baja California por el gobierno del estado.

 

Escritor incansable, Campbell encontró en el ejercicio de la literatura una manera de definirse a sí mismo y una manera de dar sentido al mundo.

 

Entre sus obras figuran Todo lo de las focas, de 1983; Pretexta o el cronista enmascarado, de 1979; Tijuanenses, de 1989; De cuerpo entero, de 1990, y La clave morse, de 2001.

 

También destacan el libro de cuentos Los brothers, escrito en 1984, y las antologías La ficción de la memoria, de 2003, y El imperio del adiós, de 2004.

 

Además cultivó el ensayo en piezas como “La memoria de Sciascia”, de 1989; “La invención del poder”, de 1994; “Máscara negra. Crimen y poder”, de 1995; “Post scriptum triste”, de 1994, y “Periodismo escrito”, de 2002. (Notimex)