El contador Francisco Rojas Gutiérrez dice que renunció a la Dirección General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por “motivos personales”. Mmmm… “motivos personales”. Está bien, sí.

 

Puede ser… A lo mejor el cansancio de tanto hacer en la vida ya se le juntó luego de que por años ha ocupado cargos de alto nivel en la administración pública, como cuando dirigió Pemex (1987-1994) o cuando fue legislador (2003 y luego 2009: PRI) o como cuando… O fueron las puras ganas de sentarse en paz para escuchar la música que tanto le gusta: fue presidente del patronato de la Orquesta Filarmónica de la UNAM (1994-2005).

 

Las cosas no iban bien en la CFE para el contador Rojas: en los primeros nueve meses de gobierno de Enrique Peña Nieto, la paraestatal reportó pérdidas netas por 41 mil 608 millones de pesos.

 

En un reporte enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, la empresa detalló que de enero a septiembre de 2012 registró un saldo negativo de 10 mil 232 millones de pesos, pero en el mismo lapso de este año éste se incrementó 300%.

 

Esto puede deberse a una gran cantidad de factores adversos; la misma situación crítica de la economía mexicana -la misma que empeñosamente se presenta como sana y robusta, aunque colgada con alfileres si vemos índices de inflación y desempleo y pérdida de poder adquisitivo y desconfianza del consumidor in crescendo, según reportó apenas hace unos días INEGI.

 

Todo junto hace un espectro adverso para una paraestatal con una plantilla de personal de 897 mil 239 trabajadores activos y 38 mil 977 jubilados, y también para quien tenía la responsabilidad de que la empresa generara utilidades y mejores servicios y menos problemas de los que ya tenía al principio del sexenio.

 

El mismo titular no se encontraba en tono pues mantuvo una relación, digamos, ríspida, con el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), esto como consecuencia del mecanismo de reclutamiento de personal y, por lo mismo, “le resultaba prácticamente imposible controlar al gremio”.

 

¿Agotamiento?

 

Dice Eje Central que muy probablemente don Francisco Rojas renunció por voluntad propia, porque ya había dado señales de fatiga, como cuando en la reunión anual de embajadores y cónsules mexicanos, a principios de enero, no quería aparecer en una conferencia de prensa con el secretario de Energía y con el director de Pemex.

 

Antes, cuando algún funcionario de alto rango renunciaba se decía que era “por motivos de salud”. Y para evitar más preguntas de los preguntones periodistas, la afirmación era suficiente para entender lo que había que entender: simple y sencillamente que se iba, de grado o por fuerza.

 

Pero en el caso del contador Rojas subyacen algunos detallines que no hay que olvidar porque tienen que ver con el sentido ético de la política y el carácter democrático de las acciones de gobierno.

 

A lo largo de las discusiones, los dimes y diretes, los acuerdos y desacuerdos entre partidos políticos y la salida del PRD del Pacto por México por la reforma energética a la que este partido acusa de privatizadora, quien fue director general de Pemex y quien estaba por esos días a cargo de una empresa muy importante en materia de energía eléctrica (CFE), Francisco Rojas Gutiérrez, no se pronunció a favor de la reforma; o lo que es lo mismo: estaba en desacuerdo.

 

Ya se sabe que la cargada de funcionarios que quieren quedar bien con el Ejecutivo de inmediato aplaudían y apoyaban la famosa reforma energética; aún lo hacen. Pero quien por sus conocimientos y su experiencia en la materia debía hacerlo evidente no lo hizo.

 

Está muy bien. Esto tiene que ver con el sentido de la ética de quien quiso asumir las consecuencias de sus propias convicciones y de quien no se dejó intimidar por los problemas generados desde el SUTERM y mucho menos la ley del hielo que pudieron aplicarle cuando vieron que no comulgaba con ruedas de molino:

 

Desde la perspectiva de la política, lo que hizo don Francisco Rojas fue “políticamente incorrecto”; visto desde la perspectiva de la dignidad humana y el respeto a sí mismo y a sus convicciones, lo que hizo fue éticamente correcto y eso hace a hombres que de verdad lo son.

 

Llega a la CFE un nuevo funcionario, Enrique Ochoa Reza. Muy cercano al presidente Enrique Peña Nieto y con cartas credenciales muy opulentas. Bien. Lo importante de todo esto no es su carga académica o su experiencia y cercanía con los grandes de este país: sí lo es que cumpla con la responsabilidad que asume y que pronto tengamos resultados óptimos y mejores servicios y cero conflictos en la empresa que le da luz y más luz a los mexicanos al grito de guerra.

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