A Argentina y Brasil los confronta el futbol pero los une el Mercosur. La vecindad asegura roces. El problema sobre Mercosur es que lo que tuvo intención de ser un modelo de integración similar al de la Unión Europea sufrió un retroceso cuando cayó hipotecado en manos del presidente Hugo Chávez; es decir, Mercosur ha dejado de generar valor al comercio interregional por el exceso de fanatismo ideológico. De las externalidades positivas de Mercosur, hace muchos años que nadie habla de ellas. Lo que no deja de ser cierto es que Argentina es el tercer destino exportador de Brasil. También es cierto que Argentina no ha logrado regresar al circuito financiero internacional desde hace una década, así que lo que le sucede en la actualidad no es un factor de riesgo-contagio.

 

Funcionarios del gobierno kirchnerista anuncian todos los días su intento de restaurar la confianza en la economía, pero cada vez que hacen pública su intención, el peso argentino se devalúa. El periódico El País, bajo un ángulo surrealista o satírico, publicó el pasado sábado un perfil de Axel Kicillof, ministro de Economía de la presidenta Cristina Kirchner. La cabeza del texto fue: “Kicillof, la cara guapa de la economía argentina”. En él, el periodista Francisco Peregil destaca la vestimenta informal de Axel en los pasillos de YPF Repsol en Argentina, unas horas después de haber sido expropiada. El oportunismo es el arte de los morbosos porque detrás de “la cara guapa de la economía argentina” se encuentra el rostro de una nación cada vez más acotada en sus libertades económicas. El dato relevante del perfil banal es la colección de silbidos que recibió Kicillof y su familia en un ferry que viajaba de Montevideo a Buenos Aires por haber impuesto restricciones en la compra de dólares.

 

Pues bien, las confianzas en la política y en la economía argentinas se perdieron desde el año pasado y no hace 10 días, cuando el valor del peso cayó 18% en menos de 48 horas. Jorge Oviedo en La Nación (3 de febrero) recuerda datos de una encuesta elaborada por Gallup, en la que 70% de los argentinos, hacia finales del año pasado, pensaba que 2014 sería igual o peor que 2013. El valor de la moneda es mínimo respecto al estado de ánimo de los argentinos que viven día a día el incremento de precios de los productos básicos, a pesar de que Kicillof, sin corbata, asegure que el gobierno ya tiene policías fiscales que se dedican a recorrer todas las tiendas para impedir el alza de precios.

 

Sobre el futbol, la rivalidad entre ambas naciones se sustenta en las figuras de Maradona y Pelé; contemporizados, Messi y un lejano Neymar son el binomio del que se hablará durante el Mundial.

 

Al parecer, hoy Brasil y Argentina son las dos caras de una misma moneda. Brasil saludable y Argentina enfrascado en una crisis de credibilidades política y económica. Sin embargo, la realidad no es lo que parece para Brasil.

 

Alejandro Werner, responsable del FMI para el hemisferio occidental adelanta que en América Latina se prevén “más turbulencias” para 2014. Tal vez, con su optimismo mundialista, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, le llevó a bracear a contracorriente de las proyecciones del FMI. En Davos, la presidenta dijo que era apresurada la tesis de que, tras la crisis, las economías emergentes serán menos dinámicas. Sin embargo, el freno del crecimiento durante los últimos 24 meses y la perspectiva de crecimiento económico de 2% para 2014 (respecto al 7.5 de 2010) dibujan a un Brasil con una euforia económica totalmente distinta a la que se podrá ver en los estadios de futbol durante el campeonato Mundial.

 

Durante el último año, la devaluación del peso argentino fue acompañada por una depreciación del real brasileño en un 23%. De esta manera, los efectos en el comercio entre ambas naciones fueron aminorados. Sin embargo, en 2014 la devaluación del peso argentino superará en valor a la del real. Russeff no se ha cansado de declarar que la crisis de Argentina no impactará en su país. Un ejemplo señala lo contrario. Dependiendo del estado de la balanza comercial, una devaluación de la moneda argentina encarecerá la compra de autopartes brasileñas. Si tomamos en cuenta que la dependencia en ese rubro es de 70%, no es difícil pronosticar que los inventarios de autopartes en las fábricas brasileñas comenzarán a llenarse porque Argentina comprará menos. Tampoco es difícil pronosticar que la balanza argentina en 2014 será superavitaria porque el crecimiento de sus exportaciones será mayúsculo.

 

Por lo pronto, ayer el dólar oficial se cotizaba en 8.02 pesos argentinos. Messi comenzará a ser un dolor de cabeza cuando el precio de la divisa llegue a los 10 pesos. Esperemos que no llegue el momento en que el nombre del dólar se rebautice como el dólar Messi, el 10 del Barcelona.