WASHINGTON. Un grupo de pacifistas de los años setenta, hoy octogenarios, confesó haber cometido el sonoro robo de documentos del FBI que en 1971 destapó el espionaje político del Gobierno de Estados Unidos a los disidentes, un caso que recuerda a las recientes revelaciones del exanalista de la CIA, Edward Snowden.

 

Los ladrones, ocho activistas contrarios a la guerra de Vietnam, entraron por la fuerza en una pequeña oficina del FBI en la ciudad de Media (Pensilvania) el 8 de marzo de 1971, se llevaron todos los documentos y después los enviaron a varios periódicos, según informó hoy el New York Times.

 

Este robo permitió destapar un programa de espionaje exhaustivo que el gobierno de EU llevaba a cabo desde 1956 y del que eran objetivos los grupos antibélicos, las asociaciones de estudiantes disidentes, las organizaciones políticas, los presuntos comunistas y los líderes de los derechos civiles.

 

El FBI nunca capturó a los ladrones y, más de 40 años después, ya no se les puede juzgar por aquel delito de juventud. Por ello, cinco de ellos han decidido dar un paso al frente y confesar lo ocurrido.

 

La ex redactora del Washington Post, Betty Medsger, una de las periodistas que publicaron entonces los documentos sustraídos, ha convencido a los activistas para que expliquen su robo, tan sólo unos días antes de que se publique su libro sobre este caso.

 

La revelación de los documentos del FBI que probaban reprobables métodos de espionaje contra los disidentes tuvo como consecuencia que el Congreso comenzará a vigilar más de cerca las actividades de esta agencia y de otros servicios de inteligencia del Gobierno.

 

“Varios acontecimientos de esa era, incluido el robo en Media, contribuyeron a cambiar los métodos del FBI para identificar y abordar las amenazas internas contra la seguridad y a que el Departamento de Justicia emprendiera una reforma de las políticas y los métodos del FBI, y creara unas directrices de investigación”, dijo el portavoz del FBI Michael P. Kortan.

 

Tanto el desarrollo como el final de este caso suenan familiares en un momento en el que el Gobierno de Barack Obama prepara reformas en la CIA tras las polémicas revelaciones sobre sus métodos de espionaje a partir del material (digital, en este caso) sustraído por Snowden, exanalista de la agencia.