Era obvio que la transición posterior a Alex Ferguson resultaría complicada. Obvio, pero no a tales proporciones.

 

Apenas medio año después de la salida del longevo director técnico escocés, el Manchester United se encuentra en un escenario por demás sombrío. A su mal desempeño en el torneo de liga, donde marcha fuera de puestos europeos, con una productividad de puntos cosechados apenas por encima de la media y a once unidades del líder Arsenal, ahora se une lo sucedido en la Copa FA: que el humilde Swansea se metió al estadio Old Trafford para eliminarlo.

 

Los resultados son el salvoconducto de todo entrenador, aunque más allá de eso, el nivel de juego también ha sido paupérrimo.

 

Antes de preguntarse si David Moyes era el indicado para asumir el banquillo del United, muchos aficionados hoy se cuestionan cómo hacía Ferguson para sacar semejante rendimiento de un plantel que ahora luce débil, limitado, incapaz de competir. Los jóvenes que tanto prometían meses atrás, deambulan erráticos; la defensa parece lenta; el medio campo, huérfano de pulmón y cerebro; el ataque, falto de contundencia.

 

Una realidad que ningún aficionado del ManUtd se hubiera atrevido a prever mientras sus muchachos ganaban con autoridad la pasada liga y efectuaban homenajes a Ferguson: que así de rápido, derrotar al United se ha convertido en algo accesible para todos en el balompié inglés.

 

Si una característica suele acompañar a esta institución, es la mística, es esa especial capacidad para resurgir de las peores adversidades y reinventarse de nuevo hacia la cima. El inicio de Fergsuon, no está de más decirlo, fue en específico complicado y criticado, con un par de partidos que pudieron representar su dimisión. Sin embargo, el equipo que heredaba Sir Alex era un armatoste instalado en los últimos sitios de la tabla general, con riesgos de descenso, tan distinto al cuadro campeón que ha sido legado a Moyes.

 

Y otra más: que la paciencia es diferente en 2014 que en 1986. ¿Se permitiría a Moyes tardar casi cuatro años en aportar su primer trofeo a la vitrina del United, como entonces hizo Ferguson? No en estos tiempos. Y, mucho menos, viniendo de la época más mágica que este club ha vivido, con presupuesto para comprar a quien se desee, con ingresos de todo género garantizados, con supuestos baluartes en cada posición.

 

La sombra de Ferguson será cada vez más pesada. Por mucho que en su discurso final haya pedido apoyo para su sucesor, la relación de las gradas con David Moyes (al que una inmensa pancarta denomina The Chosen One: el escogido), es ya muy virulenta.

 

Tiene que suceder algo muy raro para que el United aspire a conquistar la Liga Premier y suficiente premio le representará meterse en puestos de Liga de Campeones. Precisamente en la Champions es en donde mejor se ha desenvuelto, con acaso el mejor instante del certamen que ha sido la goleada en casa del Bayer Leverkusen. Como decíamos, la Copa FA ya se ha esfumado y la Copa de la Liga (por patrocinio, la Capital One Cup) es de momento su gran esperanza, con la semifinal a jugarse este martes contra el Sunderland.

 

Fácil no iba a ser tras más de un cuarto de siglo con un liderazgo tan contundente como el de Ferguson… Pero así de difícil, quién lo hubiera dicho, con Moyes haciendo jugar a esta potencia incluso por debajo de lo que hacía rendir al Everton en su anterior etapa.

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