Su cuadrilátero cambió: atrás ha dejado una impresionante trayectoria de 45 victorias y sólo dos derrotas, incluso el título mundial de los pesados vacante, para pasar del pugilístico al político.

                En medio de la actual inestabilidad ucraniana, mientras se da un fuerte jaloneo por este país entre la Unión Europea y Rusia, Vitali Klitschko se ha erigido cabeza de los inconformes con un singular peso político. El haber vivido y entrenado muchos años en Alemania (de hecho, los periódicos germanos solían festejar sus victorias en el ring como propias), dejaban clara su postura de antemano. Más aun, se conoce su cercanía respecto a la canciller Angela Merkel y voluntad de atraer a Ucrania al campo europeo.

 

Estudiado, doctorado, idealista, filantrópico, con algo de alemán y algo de ucraniano, apasionado del ajedrez, Klitschko echa por tierra el viejo tópico que limitaba al boxeador a repartir trancazos. Junto con su hermano menor Wladimir, otro soberbio boxeador pesado, brincó de rubro dando sitio a un partido político cuyo acrónimo UDAR se traduce como puñetazo. Y los puñetazos siguen inspirando temor en el ahora candidato a la presidencia de Ucrania. Durante las masivas manifestaciones contra el discutido mandatario Víctor Yanukovich, Klitschko ha impuesto su poderosa figura para amenazar a aquel que caiga en provocaciones o incurra en protestas violentas.

 

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