El gobernador del estado de México, Eruviel Ávila, partió ayer hacia Estados Unidos para reunirse con la Asociación Nacional de Gobernadores –que fue la gran plataforma política de Bill Clinton en los 90s-, en su calidad de coordinador de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Conago, contraparte de la estadounidense. El anfitrión de ese encuentro será el gobernador de Nevada, Brian Sandoval, pero también estarán los gobernadores de los poderosos California y Texas, Jerry Brown –precandidato presidencial demócrata en 1976, 1980 y 1992- y Rick Perry –que aspira la candidatura republicana en 2016-. Los temas, dicen los que saben, serán económicos y de promoción.

 

Un extraño caso está investigando la policía de Nueva York. Se trata de un bebé de cuatro meses que murió en el hospital y que tenía golpes en sus manos, pies, espalda y genitales. El hospital recomendó que se averiguara qué había pasado, por lo que la policía llamó a declarar a sus padres, Eduardo Rocha Bracamontes, y su esposa Georgina. Bracamontes trabaja en el Consulado de México en esa ciudad, y en este caso no tendría inmunidad diplomática. Dicen los que saben que hay que seguirle la pista a don Eduardo, cuyo nombre no aparece en el registro oficial del Consulado, por lo que es “artículo 7”, como se define a los no miembros del Servicio Exterior. Oséase, es un nombramiento político.

 

El senador Ernesto Ruffo está en un extraño proceso de expiación. Junto con Javier Corral, fueron los dos únicos panistas que votaron en contra de la Reforma Energética, y como para justificar todos sus actos, difundió en YouTube una especie de autocrítica de él y de todos los servidores públicos por no hacer las cosas con “dignidad”. La última vez que checó esta columna, don Ernesto no había sido designado por los “servidores públicos” para hablar en su nombre. La última vez que lo hizo, dicen los que saben, le inventó al coordinador azul en el Congreso, Luis Alberto Villarreal, que cobraba comisiones a los alcaldes.

 

En la creciente polémica por el incremento al Metro en la ciudad de México, volvieron a pelearse el director del sistema de transporte, Joel Ortega, con el líder sindical, Fernando Espino. El dirigente lo acusó de no entiende nada del Metro, en respuesta al apretón que le sigue dando Ortega a las plazas de confianza que tiene el sindicato y a los negocios comerciales que maneja, lo que afecta intereses empresariales cercanos a Espino. Este pleito no es nuevo, por supuesto, y surge siempre, al menor pretexto.