y a lo mejor nos comprendemos luego…

 

 

Al presidente de México, Enrique Peña Nieto, se le retuercen las tripas por las críticas a su gobierno. Con frecuencia prefiere no leerlas o escucharlas y, acaso, le informan de tal o cual asunto que merece atención en materia de información y análisis…

 

No es la excepción y sí un síndrome del político poderoso. Aun así, en México existe libertad de expresión en lo que respecta a la revisión de los hechos del gobierno federal y a pesar del ‘candado informativo’ que impuso en materia de seguridad-inseguridad pública…

 

Su administración asumió desde el 1° de diciembre de 2012 que es su tiempo de gobierno y no vive achacando al pasado el estado de la situación. Ni siquiera porque cuando terminó la decena trágica tuvo que cargar con muertos que no fueron en su año ni en su daño.

 

De ahí en adelante, como dice la ranchera: “Árbol de la esperanza, mantente firme”. Es lo que nos queda: la expectativa, ya muy menguada respecto de la que tenía la mayoría del país que votó por el PRI en julio del año pasado. Esa expectativa podría convertirse en fracaso.

 

Un año no es mucho para un sexenio; pero sí para la vida de un país. Y este año, a decir del vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez: “ha sido consumido prácticamente en toda su atención por las reformas”.  Unas reformas que prometen el cielo y las estrellas para el futuro mexicano ¿Será?

 

Es evidente que el gobierno de EPN registra una caída drástica en el apoyo de los mexicanos. No sólo hay que ver los análisis que ya se presentan de frente al primer aniversario o la opinión de calle; también está el tema de las encuestas; por ejemplo la que presentó el martes 19 de noviembre Buendía & Laredo:

 

La desaprobación a su gobierno pasó de 29% en febrero al 37% más reciente. A principios de 2013 el 44% consideraba que iba por buen camino, pero la cifra actual es del 33%. Quienes consideran que va por mal camino son el 40% y el 63% dice que los problemas están rebasando al gobierno.

 

¿Por qué? Un año consumido en unas reformas que tienen más un sentido económico y político o gremial que social y del que la gente de a pie sabe poco pero que han consumido gran parte del capital político con el que llegó el presidente Peña Nieto, es malo: falta gobierno y comunicación.

 

Y este año consumido ha traído un gran desgaste político para los firmantes del Pacto por México: PAN y PRD. Hay debilidad en el sistema de partidos en México, lo que no tiene que ver con su beligerencia en la lucha por el poder interno o su estancia aquí. La debilidad de los partidos es debilidad democrática. Como hay debilidad en un gabinete que sólo actúa “por instrucciones del señor Presidente”, con excepciones a la vista: Osorio Chong, Murillo Karam, Videgaray-político…

 

El desempleo aumentó a 5.2% de la PEA: 2.7 millones de mexicanos no tienen trabajo y 17 millones están en el ‘empleo informal’: que es desempleo.

 

Mal en economía. Al llegar EPN traía con una campaña mediática de estrategia de cambio y de triunfo: era el  Momento mexicano se decía. Si. Pero no. La expectativa de crecimiento económico era de 3.5%; esa expectativa cayó y al momento apenas alcanzará poco más de 1%. Mal internacional y pésima administración aquí.

 

La Cruzada contra el Hambre fue un anuncio mediático que no se ve en la mesa de los mexicanos en extremo; la inflación es de 3.4%, la tercera más alta de la OCDE. Duelos y quebrantos.

 

La violencia criminal aumentó. Ya hay más de 17 mil averiguaciones previas por “homicidio doloso”, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. El crimen organizado está en las calles en muchos estados de la República y el Ejército y la Marina mexicanos hacen tareas de policía. La tragedia está a la vista. Sin solución.

 

La pobreza sigue, como si nada; la corrupción, igual; la mala educación del mexicano tampoco tiene solución social inmediata y una CNTE incontrolable por debilidad de gobierno.

 

En “Te lo firmo y te lo cumplo”, el candidato EPN hizo un promedio de cuatro promesas diarias, notariadas: ¿cuántas ha cumplido? ¿Quién lleva el registro? ¿Y qué dicen los notarios?

 

En fin. Que un año es poco en un sexenio. Pero mucho en la vida de un país y sus millones de expectativas, que lo siguen siendo en un estado mexicano que aun no alcanza el grado de “Fallido”, pero sí de de “Estado en emergencia”, según el índice Fund for Peace.  ¿Qué sigue?