ALEMANIA. La misión Swarm, formada por un enjambre de tres satélites, despegó este viernes con éxito desde el cosmódromo de Plesetsk, Rusia, para estudiar los procesos que ocurren al interior de la Tierra, comprender mejor su campo magnético y por qué, según parece, se está debilitando.

 

Swarm medirá las señales magnéticas emitidas por el núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera de la Tierra, y comenzará a enviar datos -diariamente- en unos tres meses.

 

Esta misión de la ESA está formada por tres satélites idénticos, dos de ellos orbitarán en paralelo, decayendo de forma natural desde una altitud inicial de 460 a 300 kilómetros a lo largo de cuatro años, y el tercero se mantendrá a una altitud de 530 kilómetros.

 

El campo magnético es como una “enorme burbuja que nos protege de la radiación cósmica y de las partículas cargadas que bombardean la Tierra a través del viento solar”, ha señalado el Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA) en una nota.

 

Sin este escudo protector, la atmósfera no existiría como tal y la vida en el planeta sería prácticamente imposible, según la ESA.

 

No obstante, aún bajo esta protección, las tormentas solares y las partículas que estas eyectan pueden eventualmente llegar a la Tierra y ocasionar, por ejemplo, interrupciones en las comunicaciones.

 

El campo magnético terrestre se encuentra en un estado de continua evolución y su intensidad varía constantemente.

 

Últimamente, según la ESA, parece estar debilitándose de forma considerable (expertos hablan de entre un 10 y 15 % en los últimos 150 años).

 

Precisamente “Swarm”, con tecnología europea y canadiense y una duración de cuatro años, ayudará a comprender mejor cómo funciona el planeta.

 

Esta misión tendrá además aplicaciones prácticas: mejorar la precisión de los sistemas de navegación por satélite, la predicción de terremotos o hacer más eficaz la extracción de recursos naturales.

 

Los datos científicos -abiertos a toda la comunidad investigadora- se descargarán a través de la estación de seguimiento de Kiruna (Suecia) y se procesarán, distribuirán y archivarán en el Centro para la Observación de la Tierra de la ESA en Frascati (Italia).