El pasado mes de octubre bajo el marco de la operación Honcolgua II, la fuerza aérea de Colombia, Honduras y Guatemala dieron seguimiento a un Cessna con la matricula mexicana XB YNC, que partió de Colombia rumbo a México. El avión tomó una ruta de baja altitud, para no ser detectado por los sistemas de radar que, desde el año pasado, operan de manera coordinada con la finalidad de detectar patrones irregulares. Esta coordinación de autoridades civiles y militares de varios países acelera el tiempo de respuesta en caso de que uno de estos vuelos irregulares deba ser interceptado a la hora de aterrizar en las pistas clandestinas o carreteras que existen en Centroamérica.

 

En el caso de este vuelo, las autoridades de Guatemala y Colombia alertaron a la Fuerza Aérea de México, cuando el Cessna salía del espacio aéreo de Guatemala. La  autoridades mexicanas forzaron un aterrizaje y confiscaron 240 kilos de cocaína y determinaron que la matricula era sobrepuesta. Este tipo de coordinación transnacional en Centroamérica es vital para poder detener el flujo de cocaína que es una línea de negocios transnacional ilegal. Estos esfuerzos además de respetar la soberanía de cada país aumentan la cantidad de información que puede ser explotada para desmantelar a las redes criminales. (https://www.fac.mil.co/?idcategoria=93692)

 

En el caso del Cessna, se vio como nuevas alteraciones a los motores están aumentando la autonomía de aviones cuando antes se sacrificaba gasavión por carga. El actuar de manera coordinada facilita el mapeo de las rutas completas, así como analizar la documentación de planes de vuelo, pero lo más importante es poder entrevistar a la tripulación. Si bien es cierto que estos protocolos entre países son nuevos en la región, las iniciativas y esfuerzos llevan presentándose desde el 2003.

 

El problema de la cooperación internacional radica en que a nivel de discurso siempre hay múltiples acuerdos y tratados donde todos expresan su buena voluntad para llevar acabo las acciones contra el crimen organizado. Sin embargo, ninguno de estos se vuelve operacional. En Centroamérica, lo que ha funcionado es llevar acabo ejercicios civiles y militares regionales, donde se realizan estas operaciones. Si bien, esto hace que los esfuerzos no puedan ser permanentes, en 2012 y lo que va del 2013, solo hubo 4 meses sin ejercicios.

 

Por lo anterior, llama mucho la atención el incidente en Venezuela, por tres razones. La primera es que los aviones cuando son destruidos, lo son por los propios traficantes que desean eliminar todas las huellas posibles, las autoridades no destruyen evidencia o sólo lo hacen en el caso de estar involucradas. En segundo lugar, el avión llevaba una tripulación de 2 más 7 pasajeros, lo cual es la carga máxima para un Hawker Siddeley 125, esto hace suponer que si bien se presume que era un vuelo irregular, lo que llevaba de contrabando no era droga, sino personas. Los modelos para transportar droga no llevan asientos para maximizar el espacio de la carga. En tercer lugar, llama la atención la candidez del gobierno venezolano y su Presidente, ya que estos vuelos se pueden trazar a la inversa, y a pesar del descontrol que existe en los aeropuertos mexicanos, sí se puede determinar una ruta y con ello llegar a determinar que ocurrió. Por lo anterior, es probable que un grupo de mexicanos, hayan buscado refugio en Venezuela o internarse por una estancia larga. El grupo al percatarse de la persecución decidió aterrizar e incendiar la aeronave para no dejar huellas.

 

Lo grave de un incidente de esta índole son las declaraciones y acciones del gobierno Venezolano que no tienen ninguna utilidad para hacer daño a los narcotraficantes de cocaína, pero si el tratar de establecer una agenda político/ diplomática con algún fin. El canciller Meade debería hacer caso omiso a futuras provocaciones del gobierno de Venezuela, ya que en nada abonan a la lucha transnacional contra el tráfico de drogas. En los próximos días Venezuela llamará al embajador de México a cuentas y lo tratara de exponer ante los medios, con la finalidad de subir el tono del conflicto. Una vez más el presidente Maduro va contra protocolos internacionales de cooperación, sus actos solo aíslan a Venezuela, esta vez en la lucha contra el tráfico de droga.