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Tengo 57 años. Si sumo mis años de felicidad, probablemente son menos de 27. Cuando pienso en esto, encuentro que he perdido más de la mitad de mi vida sin ser feliz. Las personas deberíamos contar nuestros años de felicidad, no los de vida.

Llevo más de ocho años transitando por una vida feliz. Esto no quiere decir que en este tiempo no haya tenido momentos dolorosos y difíciles; sin embargo, mis recuerdos de estos años son mayoritariamente de felicidad. Al reflexionar al respecto, descubro algunas ideas que, pienso, han hecho la diferencia entre mis etapas felices y aquellas que pasaron sin dejar huella:

• El amor y el sexo. Disfrutar de una vida enamorado y con un sexualidad plena es algo a lo que aspiramos. Soñamos con una relación pasional, huracanada, la cual nos quede tatuada de por vida, y cuando encontramos el amor, el cariño, la ternura y la pasión con la misma persona, estaremos tocando los grados más altos de felicidad.

Tengo la suerte de vivir, desde hace dos años, una vida llena de amor y pasión que, en mi caso, ha sido fundamental para el incremento de mi felicidad en estos tiempos.

• La familia. En mi experiencia, tener lazos profundos de amor y cariño con tu familia es parte fundamental para ser feliz. Saber que ellos te apoyarán incondicionalmente, sin juzgarte, y que tú harás lo mismo por cualquiera de sus miembros, genera un estado continuo de felicidad.

Hoy por hoy, estoy viviendo la mejor etapa en mi relación con todos los miembros de mi familia, algo que, sin duda, facilita mi felicidad.

• El trabajo. Disfrutar de tu actividad laboral es crucial para ser feliz. Pasamos más de la mitad del tiempo en ello, por lo que es imposible ser feliz si no lo eres en tu trabajo.

Tengo la suerte de gozar mis trabajos. Laboro con gente de primera, pues, antes de ser muy buenos profesionistas, todas y todos son excelentes seres humanos. Empezando por mi novia, los colaboradores de S1NGULAR, de La Montaña y de Narrativa Coyoacán. Soy muy feliz dando terapia, escribiendo artículos y libros… trabajando.

• Trabajo comunitario. Está comprobado que para ser feliz es importante tener una actividad que nos ayude a trascender, y pocas cosas son tan gratificantes como el poder colaborar y cooperar en comunidades que lo requieran.

Durante muchos años he trabajado en To Caltia, donde propiciamos el puente entre dos grupos antagónicos: los ejidatarios y los empresarios. Aquí pude ver en la práctica la felicidad que genera el trabajo comunitario.

• Pertenencia social. Algo fundamental para ser feliz es la participación en grupos que nos ayudan a crecer y a salir de etapas depresivas. Está demostrado que, para ser feliz, es imprescindible formar parte de redes sociales “de carne y hueso”.

A manera de ejemplo: cuando cambié de escuela, en secundaria, conocí a nuevos amigos, quienes fueron fundamentales en mi juventud. Del mismo modo, cuando me divorcié, el reunirme con mis colegas terapeutas y formar parte de grupos de estudio y de supervisión cambiaron mi vida, me ayudaron crecer para transitar por una vida feliz.

• Proyecto compartido. Tener un proyecto con tu pareja, un amigo o un familiar que implique un esfuerzo físico y/o emocional y que, de preferencia, genere adrenalina.

Junto con mi pareja y familia realizo proyectos de este tipo; por ejemplo: Tere Díaz, Pilar Montes de Oca, familiares, amigos y colaboradores compartimos Concepto S1NGULAR, un proyecto que requiere toda nuestra capacidad, esfuerzo y creatividad. Es un reto que genera adrenalina y grandes satisfacciones.

• El optimismo. Pienso que alguien feliz tiene una alta dosis de optimismo. Ser optimista ayuda a la felicidad feliz en los momentos de crisis y, sobre todo, cuando todo parece salir mal. Hoy por hoy, continúo siendo optimista sobre mi vida, mi pareja, mi familia mis amigos, mi trabajo, México y el mundo.