Un cuarto campeonato al hilo, sea que se concrete este fin de semana en Suzuka o sea que suceda en alguna carrera más del serial, ha encendido el debate: ¿es momento ya de poner a Sebastian Vettel al lado de Michael Schumacher y Juan Manuel Fangio, en el Olimpo de la Fórmula 1? ¿El joven piloto de Red Bull tiene merecimientos para semejante elevación? ¿Cuánto crédito restarle en virtud de la ventaja que implica tan superior monoplaza?

 

El propio director de su escudería, Christian Horner, demandó en días pasados que ya se considere a Vettel en el máximo escalafón histórico: no son sólo sus cuatro títulos consecutivos, sino también, y por mucho, el más joven en conseguirlos; su ídolo e inspiración, Michael Schumacher, llegó a tal proeza con 32 años, Vettel lo hará con 26.

 

Sucede que por dominante y hegemónico que resulte, el alemán debe bregar permanentemente con las nociones de que vale más su bólido que él, de que Fernando Alonso es el verdadero talento del certamen (aunque sin la suerte de conducir tan perfecta máquina), de que ha estado en el lugar adecuado en el momento adecuado y lo demás ha sucedido en automático.

 

Juan Manuel Fangio obtuvo títulos con cuatro equipos diferentes: Alfa Romeo en 1951, Mercedes en 1955, Ferrari en 1956 y Maserati en 1957 (la temporada 1954 incluso la dividió en dos escuderías). Tal hazaña permite comprender lo superior que era el argentino, toda vez que sus cambios no le impidieron mantenerse en la cumbre, mas muchos aseguran que esos cambios eran precisamente para irse a donde dispusiera de la mejor tecnología.

 

Michael Schumacher, en tanto, brincó a la fama con sus dos títulos en Benetton y años después los cinco seguidos con Ferrari, época en la que el Caballino Rampantedesarrolló monoplaza y neumáticos sin igual.

 

Durante la temporada pasada, Fernando Alonso lanzó una declaración que continúa levantando ampollas: “Ahora mismo no luchamos contra Vettel… Contra Vettel luchábamos cuando teníamos todos más o menos el mismo coche durante todo el campeonato. Hasta ahí íbamos liderando el campeonato. Ahora luchamos contra Adrian Newey y de momento no podemos con él”.

 

Newey, tan célebre y reputado ingeniero que ha sido condecorado con la Orden del Imperio Británico (OBE) por la reina Isabel II, es el genio detrás de Vettel. Con el nuevo campeonato que Red Bull está por ganar, serán ya diez las coronas para este diseñador- aerodinamista: cinco con Williams, una con McLaren y cuatro en la etapa actual.

 

Lo que es un hecho es que Vettel verá su nombre inscrito como uno de los únicos tres pilotos en la historia en conseguir un tetra al hilo, al lado de dos gigantes como Fangio y Schumi. Y, sobre todo, que aunque muchos lo olviden, esto también es un deporte de conjunto: Vettel ha sabido embonar a la perfección en el proyecto automovilístico de Red Bull y mejores resultados no podía haberles brindado. Dirán que así está obligado a ganar; responderá que no ha parado de ganar.

 

Que su monoplaza es por mucho el mejor, ni duda cabe, pero él qué culpa tiene.

 

Seguramente vendrán más éxitos para Vettel y a cada paso volverá a avivarse el fuego de esta discusión, con los románticos negándose en rotundo a igualar a este joven alemán a las mayores glorias que se han dedicado a esta disciplina.

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