Viajeras, peregrinas, incansables trotamundos, reinas de los mares y los cielos, expedicionarias, las mujeres desde tiempos remotos se han lanzado intrépidas, desde todas las latitudes a descubrir con paso firme tierras inhóspitas. Ya sea con un ímpetu dominado por la curiosidad, evangelizar, buscar mejores condiciones de vida y/o encontrarse a sí mismas, ellas han estado donde quiera que existan nuevos mundos que explorar.

 

Desde Egeria, la primera viajera, mucho más adelantada a Marco Polo, quien a finales del siglo IV viajó durante tres años por Constantinopla, Mesopotamia, Jerusalén, el Sinaí y Egipto, pasando por las famosas piratas Anne Bonney y Mary Read que surcaron los mares en el siglo XVIII, disfrazadas con vestuarios masculinos, hasta llegar a Valentina Tereshkova, la primera mujer en viajar al espacio exterior, el llamado a la aventura ha sido una constante.

 

Justo ha sido ésta avidez por conocer y descubrir nuevos mundos los que han colocado nuevamente a la cosmonauta rusa Tereshkova, no sólo como la pionera del espacio exterior sino también de la futura colonización de Marte.

 

Mejor conocida como “la gaviota espacial” por su nombre en clave Chaika (gaviota, en español) durante su misión en 1963, Tereshkova ha decidido embarcarse a sus 76 años en un viaje sin retorno al planeta rojo, contemplado a concretarse en el año 2023.

 

Contra todo lo esperado, Tereshkova no piensa quedarse los últimos años de su vida en la tranquilidad de su casa, recibiendo la visita de sus nietos o haciendo jardinería, más bien piensa ir a conocer, explorar y asentarse en su distante planeta favorito, Marte.

 

“Por supuesto que quiero ir, es un sueño ir a Marte, quiero descubrir si hubo vida o no y si hubo ¿porque feneció? ¿Qué tipo de catástrofe ocurrió?”, anunció recientemente la experimentada cosmonauta.

 

El proyecto en el que piensa participar se llama Mars One y tiene pensado lanzar una misión de fundación de una colonia permanente para 2023 en el que en principio habrá un grupo de cuatro mujeres y hombres, que tras siete años de entrenamiento habrán de instalarse en Marte.

 

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Foto: AP

 

Hasta el momento se han recibido alrededor de 165 mil aplicaciones de voluntarios, de entre las cuales se encuentran varias mujeres jóvenes estudiantes de astrofísica, interesadas en la ciencia, la astronomía, la ciencia ficción, el universo, pero sobre todo en ése deseo constante por conocer, aprender nuevas cosas, explorar, inventar y viajar.

 

Catherine Bettenbender una astrofísica y entusiasta que ha enviado su aplicación a Mars One comparte con Valentina Tereshkova su amor por explorar nuevos territorios, tal y como lo señalara, en su cuenta de twitter @spacetimebender  “mi mayor sueño en la vida es ver otro mundo”.

Sin importar la diferencia de edades, Tereshkova y la joven astrofísica de 21 años comparten el mismo sueño, aventurarse a conocer mundos distantes, buscar respuestas, generar más preguntas y desentrañar las claves del misterio del universo, cual labor detectivesca.

 

Pese a la incertidumbre de un eventual no regreso a la Tierra y a la ambigüedad de las condiciones de vida que llevaran en la incipiente colonia en Marte, los mismos conocimientos científicos de estas mujeres les dan seguridad por lo que se encuentran confiadas, tal y como no se amedrentaron antiguas y contemporáneas viajeras.

 

Si a las mujeres se les proporciona desde pequeñas las herramientas necesarias del conocimiento, seguridad en sí mismas y la semilla de la curiosidad, tendremos muchas mujeres jóvenes que conquistarán sus metas, y podrán ofrecer su ejemplo a muchas otras en todos los campos del saber, y por lo tanto no se detendrá el vuelo de sus sueños.

 

El espíritu aventurero de las mujeres no cesará, continuarán persiguiendo al conejo blanco de Alicia en pos de descubrir nuevos mundos, nuevas realidades, conquistar sus sueños y convertirse en modelos a seguir para futuras generaciones.