axolotl

 

Don Leonardo es protector del axolotl, el monstruo acuático de los canales de Xochimilco; él vigila a los últimos descendientes del dios azteca que se niega a morir. En su chinampa fueron liberados más de mil ejemplares del Ambystoma mexicanum, especie que se salva de la categoría “en peligro de extinción” gracias a los trabajos del equipo del Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 

Desde los años 70, los canales fueron invadidos por una plaga de carpas chinas y tilapias africanas introducidas por autoridades en los años 70 y 80 para fomentar el turismo, pero terminaron por acabar con todas las especies endémicas de este pulmón de la Ciudad de México. “El axolotl es una salamandra marina que le da identidad a los habitantes de estas tierras”, dice don Leonardo, “porque es misterioso y sus leyendas vienen desde el nacimiento mismo del cosmos azteca”. Se escribe con X de México. Axolotl en náhuatl significa “Xolotl de agua”. Su hermano gemelo es Quetzálcoatl, pero ni él lo ha podido salvar de su casi extinción de las aguas llenas de carpas y tilapias que se lo han devorado.

 

Desde hace 10 mil años vive en los canales de Xochimilco, de los 200 mil que se calcula tiene el hombre en la Tierra desde la desaparición de los dinosaurios, hace 200 millones de años. En las historias que recoge Bernardino de Sahagún (1499-1590) sobre este anfibio se coloca como un personaje principal en el mito del Quinto Sol, donde el dios Axolotl se niega a morir en la hoguera donde todos los demás se han arrojado para darle movimiento a Nanahuatzin y Tecuciztécatl, que se han convertido en el Sol y la Luna, porque sabe que su sacrificio no les dará movimiento. Para escapar de la muerte primero se esconde en las milpas y se transforma en raíz doble de maíz, pero lo encuentran por lo que huye hacia los canales y se convierte en axolotl, donde también fue descubierto y asesinado. Al final, el Sol y la Luna no tuvieron movimiento.

 

“Se encuentra casi extinto en su hábitat natural, pero no está en riesgo ya que hay miles de ejemplares que se crían en lugares especiales”, explica el biólogo Daniel Vergara, asesor externo del CIBAC y uno de los principales impulsores de la reinserción del anfibio a su espacio. “Los especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dicen siempre que el axolotl ya va a desaparecer, pero eso no es verdad; nosotros llevamos años trabajando con esta especie para protegerla y contamos con miles de ejemplares para regresarlos a sitios donde no corran peligro y puedan reproducirse”.

 

La casa de don Leonardo está a 20 minutos en trajinera motorizada partiendo desde la pista de canotaje de Cuemanco. Hoy no hay turistas bebiendo cerveza sobre largas trajineras de colores con estéreos a alto volumen. Sólo las aves que echan a volar espantadas por el ruido de la máquina que golpea el agua provocando ondas tras de sí. Espejismos de agua ondulantes. Vive en la zona chinampera del paraje Apampilco. Allí ha creado, con asesoría del CIBAC, uno de los cuatro importantes criaderos que ha impulsado el centro de investigaciones. Alrededor hay cultivos de maíz, frijol, calabaza y papa. En los PIMVS (Predios o Instalaciones que Manejan Vida Silvestre) los axolotes se venden de forma legal y con permiso de la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) para acabar con el mercado ilegal y evitar con ello que desaparezca esta especie endémica. Es un giro en la estrategia de preservación.

 

“Si lo cuidamos, él nos va a ayudar a recuperar el esplendor perdido de Xochimilco, de eso estoy seguro”, comenta don Leonardo en una mañana nublada y fría. Entre la maleza se observan apenas los estanques libres de carpas y tilapias donde nadan cientos de axolotes. “No les gusta que los vean. Buscan la oscuridad, el anonimato”, explica. La piel de los anfibios se confunde con las piedras y la arena. Su perfecto estado pétreo hipnotizó a Cortázar en los acuarios de París, pero también a Roger Bartra, quien al final de su cuento Simulacro dice: “Me consuela pensar que acaso alguien va a escribir sobre nosotros los axolotes”. Nosotros los axolotl.