El desperdicio de alimentos a nivel mundial no sólo provoca pérdidas económicas millonarias, sino que es la causa de severos daños al medio ambiente, esto debido a los recursos que se utilizan para la producción de comida para el ser humano que, al final, no es consumida y termina por tirarse.

 

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de mil 300 millones de toneladas de alimentos son producidas y no se consumen. Esta cantidad demanda un volumen de agua equivalente al caudal anual del río Volga, el más grande de Europa, además de que su producción arroja tres mil 300 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera del planeta.

 

Según el informe La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales, este factor es considerado como el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero, detrás de Estados Unidos y China.

 

Es decir, el desperdicio de comida produce más de mil millones de toneladas de gases contaminantes más que Rusia o India, así como el triple de las emisiones de México.

 

De igual modo, la producción de alimentos que terminan por tirarse a nivel global requiere de 250 billones de litros de agua potable, casi más de 10 veces el recurso que México utiliza para el sector agrícola, señala el estudio.

 

Los vegetales, cereales y las frutas son los productos alimenticios que más se desperdician a nivel mundial, al representar casi dos terceras partes de los productos que se producen y no se consumen. Por otra parte, son los vegetales, cereales y la carne desperdiciados los responsables de más de 70% de la huella de dióxido de carbono que produce este factor.

 

El alimento que se desperdicia cada año a nivel mundial abarca 28% de la superficie agrícola en el planeta, es decir, 1.4 millones de hectáreas. Esto se traduce en pérdidas económicas por 750 mil millones de dólares, calcula el organismo.

 

Además, 54% del desperdicio de productos alimenticios en el planeta se produce en las etapas de producción, manipulación y almacenamiento post-cosecha de los productos, mientras que el resto se pierde durante el procesamiento, distribución y consumo de los alimentos.

 

“Las pérdidas en las cosechas tienen varias causas, incluyendo una mala programación del calendario y las condiciones precarias en las que se realiza la recolección, así como el uso de técnicas y equipos inadecuados. Del mismo modo, la falta de una buena infraestructura para el transporte, almacenamiento, refrigeración y comercialización hace que se estropeen los alimentos, especialmente en climas cálidos”, señala el documento.

 

Aunado a la gravedad de la situación en el desperdicio de comida, el presidente de la FAO, José Graziano da Silva, subrayó el hecho de que 870 millones de personas padecen hambre todos los días.