El salón Adolfo López Mateos resultó insuficiente para contener al numeroso grupo de medios de comunicación que desde temprana hora llegaron a la residencia oficial de Los Pinos. La atención nacional de la clase política, académica y empresarial estaba con Enrique Peña Nieto y el Presidente lo sabía: tenía que convencer a la opinión pública y a la oposición sobre las bondades de su propuesta de reforma energética.

 

Para lograrlo, el mexiquense no dudó en agarrarse fuerte de uno de sus antecesores, el ícono del nacionalismo petrolífero y padre de Pemex: el general Lázaro Cárdenas del Río.

 

Con la mirada fija al frente, voz firme y sin titubear, Peña Nieto repitió de forma literal las palabras que hace 70 años dijo el presidente que nacionalizó los hidrocarburos.

 

“La exclusión de los particulares del régimen de concesiones que el artículo 27 fija para la explotación de los recursos naturales del dominio público no implica que la nación abandone la posibilidad de admitir la colaboración de la iniciativa privada, sino simplemente que esa colaboración deberá realizarse en el futuro dentro de las formas jurídicas diversas de la concesión”.

 

El 27 es uno de los dos artículos de la Constitución que Peña Nieto propone modificar con su reforma. De seguir adelante la propuesta, los contratos con la iniciativa privada perderán el veto que actualmente tienen y las empresas podrán ser copartícipes en la explotación de yacimientos.

 

Con la intención de demostrar que, con esto, su gobierno no busca traicionar a México, Peña Nieto enfatizó que la reforma retoma “palabra por palabra” el artículo 27 como lo dejó Lázaro Cárdenas.

 

Sin embargo, Peña Nieto no especificó el contexto en que Cárdenas pronunció estas palabras ni tampoco detalló los motivos que llevaron al presidente Adolfo Ruiz Cortines, décadas después, a tener que vetar los contratos que se estaban autorizando, tras la reforma de Cárdenas, los mismos que hoy el Ejecutivo federal pretende revivir. De hecho, si bien el nombre de Lázaro Cárdenas resonó una y otra vez en el evento, el de Ruiz Cortines no se escuchó en ninguna ocasión.

 

Reforma sin oposición

 

La ausencia de los representantes del resto de fuerzas políticas, especialmente la de los integrantes del Pacto por México, fue otro de los aspectos destacables del acto de presentación de la iniciativa de reforma energética.

 

Si bien Presidencia había manejado en la invitación al evento las palabras “Iniciativa de reforma energética”, en el acto se anunciaba simplemente “Reforma energética”. Aun así y, a pesar de la ausencia de los representantes de los otros partidos, el Presidente hizo mención al debate que deberá llevarse a cabo en el interior del Pacto.

 

“Estoy seguro de que esta iniciativa de reforma energética será analizada, junto con las demás iniciativas que ya se han presentado, a partir de un diálogo abierto, democrático, amplio y exhaustivo, pero sobre todo a partir de un debate constructivo”, afirmó.

 

En este contexto, Peña sabía que no contaba sólo con el respaldo de las palabras de Cárdenas sino también con el de la mayoría de los asistentes al acto, muchos de ellos colaboradores de su gobierno, además de su gabinete ampliado. Los aplausos con los que fue recibido a su llegada al salón, que se alargaron más tiempo del habitual, fue una muestra de ello.

 

Con una voz más sólida, dura y seria de lo que acostumbra, el presidente demostró que era consciente de que no estaba en un acto cualquiera. Durante su discurso, que también destacó por ser más largo que de costumbre, Peña Nieto enfatizó constantemente que contratar no es concesionar y que no se trata de privatizar: “PEMEX y CFE, de ninguna manera y aquí lo digo y afirmo categóricamente, no se venden ni se privatizan”.