La nueva temporada de Mad Men no se transmitirá por televisión ni se podrá descargar en tabletas; no ganará Emmys ni Globos de Oro. Al parecer, el cigarro y el alcohol (protagonistas torales de la famosa serie de televisión) han sido desplazados por vicios como la ludopatía y la idolatría por lo banal (protagonistas de las nuevas temporadas). Mad Men reloaded aparecerá en el interior de los cerebros humanos, y ni siquiera los potentes Google Glass lo podrán identificar.
El estilo de vida perfilado en pensamiento creativo, originado al interior de las oficinas publicitarias de Don Draper (Mad Men), quizá se asimile al sonido de los hielos que acompañaron al brindis que organizaron Maurice Levy y John Wren (Publicis Omnicom Group) el fin de semana pasado, momento en el que nos anunciaron su unión; la francesa Publicis y la estadunidense Omnicom, dos grandes agencias del mundo publicitario han despojado del primer lugar a la británica WPP.
Si entre los patrones de consumo no se encuentra asentada la imagen icónica de una persona comiendo una suculenta hamburguesa cuarto de libra (McDonald´s) en compañía de una mini Moët&Chandon es porque la publicidad se ha negado a llevar el estilo de vida de Las Vegas al mundo entero. En su momento, Maradona llevó pizza y champaña al palco del estadio, pero lo hizo cuando su nombre de marca se encontraba en declive. Ni Pizza Hut ni Domino’s se atrevieron a momificar la imagen del astro argentino, a pesar de que Pizza Hut cuenta con la experiencia suficiente para tangibilizar ideas de cambio, y de transformar políticos en héroes de lo cool. Por ejemplo, recordemos a Gorbachov sentado en zona fast food en compañía de sus nietos, repartiéndoles, asimétricamente, pedazos de pizza. Ahora que Madison Avenue y Champs-Élysées han abierto una especie de puente aéreo entre ellas, todo podrá pasar.
Ni Obama ni Assange nos han revelado la información confidencial relativa a la esperanza de vida en el futuro. En efecto, nuevos estilos de vida son los únicos que nos lo pueden asegurar, de lo contrario, el mundo entero caería en una fase depresiva irreversible. La energía empresarial ya provocó el milagro de unir a Saatchi&Saatchi, Leo Burnet, BBDO, DDB y TWBA. Sterling Cooper envidiaría lo que sucederá muy pronto. Aburrirse en épocas doradas de videojuegos es algo más que prohibitivo. Un videojuego es una ramificación de vida, un eslogan hecho realidad.
En un mundo sin ética ni filosofía, la tarea de los publicistas es vital.
Por ejemplo, las palabras de Leonardo Padura publicadas en Babelia de El País el sábado pasado, se traducen en gritos de desesperación. El periodista y escritor cubano se pregunta qué pasará con el futuro de los escritores cuyos libros se descargan libres de costo. La premisa pirata es que el conocimiento debe de extenderse libremente y sin costo alguno: el mundo gratis. Padura anhela vender sus libros tangibles y bajo el algoritmo de Amazon. John Wren le diría a Padura que mejor envíe su currículum al área de Recursos Humanos de Publicis Omnicom Group. Ellos le inventarán una vida prêt-à-porter, o si se prefiere, le explicarán que siempre hay un Zara para un descosido.
El futuro es de los indignados, y por ello, el nacimiento de Publicis Omnicom Group es promisorio. John Wren adelanta que 130 mil empleados “trabajaremos mejor, más deprisa y más cerca de nuestros clientes”. (Periódico Expansión, 29 de julio.) ¿Qué significa trabajar mejor para el conglomerado de agencias de publicidad número uno del mundo? La respuesta es sencilla: enamorarnos de estilos de vida inexistentes pero reales. Oxímoron que dibuja una ética sin ética. Bienvenidos al tiempo real de Mad Men reloaded.