Después de esperar unos larguísimos 5 años para que la banda de Tenessee regresara a México, se presentaron ayer en el Palacio de los Deportes para dar su concierto más grande de la gira actual que recorre Norte América (18k personas aprox.) La emoción se sentía desde afuera, todos con playeras de la banda, y todas intentando verse como Hayley Williams.

 

Primero se presentó la banda de Ohio, Twenty One Pilots, la primera revelación de la noche. Con Tyler Joseph en la voz, piano, ukulele y sintetizadores, y Josh Dun en la batería, lograron regresarnos a los inicios del dos mil. Con tan solo dos músicos, lograron prender a un enorme público, a pesar de no ser tan reconocidos. Música feliz, powerpop, mezclada con rap y mucha energía, fueron la clave para que el público los aclamara en lugar de abuchearlos. Por un momento, todos olvidaron que venían a ver a Paramore.

 

Después de la pausa, se apagan las luces y bajo una enorme cortina de gritos del público, se escucha a Jason en el ukulele y la voz de Hayley con la primera canción del nuevo disco homónimo, Moving On. Gritos, llantos y el cántico del público abrieron el concierto, y de repente, la revelación dos de la noche: “Misery Business”. El single que los sacó a la fama, esperado seguramente para un encore, hizo que todos empezaran el concierto con la adrenalina por los cielos.

 

El show se mantuvo con una emoción y energía increíble, pasando por todos los discos y satisfaciendo el gusto de todos, hits y no tan hits. A la mitad del concierto, no podía faltar el momento emotivo (en palabras de la misma Hayley, “I don’t want to get all emo”) y salieron con una versión acústica de “The Only Exception”, en donde la vocalista demostró esa enorme voz que retumbó en todo el Palacio (revelación número tres). Bien dicen que lo bueno viene en paquetes pequeños. En este momento, todos sacaron sus cámaras, le marcaron a ese alguien especial, encendedores de un lado a otro por supuesto, y todos cantando la canción de principio a fin. Perdón, Hayley; todos nos pusimos emo.

 

La segunda mitad del concierto siguió más pesada y más old-school, donde la gente bailó y hasta headbangueó (revelación número cuatro). La energía de la banda seguía por encima de lo esperado, sin fallar nunca en la ejecución de sus instrumentos. Dejando de lado una mínima falla de sonido que retumbó en todo el domo, la interpretación de los 3 músicos estuvo impecable.

 

Acercándose al final llegó “Anklebiters”, y como es usual, Hayley subió al club de fans al escenario para cantar los coros. Había tanta gente que todos los demás tuvimos que esperar unos minutos para que los pobres fans lograran pasarse y subir al escenario, pero valió la pena. Le agregó un mood muy feliz a lo que ya era un concierto bastante…gay (por definición del diccionario, obvio).

 

La mejor parte, y seguro la más emocionante para varios, fue cuando tocaron el nuevo sencillo de su último disco, “Still Into You”. Después del video oficial, todo lo que se podía esperar era que fuera el momento más feliz del concierto, y en efecto, todos empezaron a bailar y cantar bajo un mar de papelitos, naranjas como debía de ser, arrojados al público haciéndolo una gran fiesta.

 

Al final, después de una banda con energía de quinceañeros, una Hayley conversadora y amigable (revelación número cinco), y un público de verdaderos fans, fue un concierto que ni Paramore ni los espectadores olvidarán. Prometieron volver en menos de 5 años, y después de esta experiencia no lo dudo.

 

Para los que se lo perdieron o quieran revivir este concierto desde sus casas en el futuro, Paramore anunció que el show estaba siendo grabado para usarlo después en un video oficial de la banda.