Niños, niñas y jóvenes mexicanos talentosos, con niveles de coeficiente intelectual (IQ) mayor que el promedio, que son reconocidos por instituciones de prestigio mundial como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), o que incluso triunfan en foros y certámenes científicos, tecnológicos y de innovación, se enfrentan a un futuro sin rumbo en el que sus capacidades no serán aprovechadas porque sus entornos económicos, culturales o sociales les son adversos.

Andrew Almazán, presidente de la Federación Mexicana de Superdotación Intelectual (Femesi), quien además es el psicólogo y médico cirujano más joven de México sostiene que 96% de los mal llamados “niños genio” pierden la posibilidad de desarrollar sus capacidades especiales antes de llegar a los 25 años, debido, entre otros muchos factores, a la falta de espacios propicios y a entornos adversos que van desde la pobreza y el aislamiento social, hasta el acoso o bullying en las escuelas regulares o en sus barrios.

 

Un par de ejemplos: en Michoacán vive Luis Roberto Ramírez Álvarez, un niño de 11 años de edad, quien posee un IQ de entre 152 y 160 puntos, casi como el de Albert Einstein, y que recientemente concluyó sus estudios de preparatoria (al cubrir 47 asignaturas en tan sólo 10 semanas), en el sistema abierto del Colegio de Bachilleres estatal (Cobaem), con un promedio de 9.9. Hace unas semanas nadie había oído hablar de él.

 

Así como Luis Roberto, viven en México casi un millón de niños con sobrecapacidad intelectual, pero que, dadas las condiciones que les rodean, no recibirán ni el diagnóstico, ni la atención adecuada ni, peor aún, la ayuda económica para que puedan explotar su potencial. “Lamentablemente, la gran mayoría de estos chicos y chicas estarán expuestos a la discriminación por sus compañeros en la escuela”, dice Almazán.

 

Por otro lado, Esmeralda Rodríguez González, estudiante de ingeniería por la Universidad Tecnológica de Gutiérrez Zamora, y quien ganó un torneo mundial de robótica, es otro ejemplo de lo mal que tratamos a nuestros jóvenes talentos. Esmeralda fue invitada por la NASA al proyecto Marte 2020, pero varios medios difundieron la versión de que ella había declinado la oferta “porque prefería casarse”.

 

La razón verdadera, según las propias palabras de Esmeralda, fue que carecía de solvencia económica para costearse los gastos del viaje y estancia en Estados Unidos. Recientemente, el gobierno de Veracruz prometió que ayudaría a Esmeralda a cumplir con esa importante invitación a colaborar con la NASA.

 

Gracias a la difusión que tanto el Foro Consultivo Científico y Tecnológico, AC (FCCyT), medios de comunicación y ciudadanos, a través de las redes sociales, han reproducido respecto de casos como los de Roberto y Esmeralda es que los sectores académico, productivo, social y de gobierno han manifestado su deseo de colaborar para que nuestros genios puedan desarrollar sus capacidades.

 

El Foro Consultivo propicia también amplios debates, como la serie de espacios virtuales titulados interaCTIv@ (el próximo se efectuará el 19 de julio y todos podrán participar ingresando a: www.foroconsultivo.org.mx). Estos espacios tienen como objetivo generar consensos sobre estos temas y contribuir en el aprovechamiento de las vocaciones regionales, el diseño de políticas públicas relacionadas con ciencia, tecnología e innovación, así como promover acciones a favor de la apropiación social del conocimiento científico, tecnológico e innovador.