La muerte de las consolas de videojuegos. De esta forma tituló el prestigiado sitio de tecnología Mashable, una de sus más recientes historias, a propósito de la celebración del evento anual de videojuegos más grande del mundo, el E3.

 

Es evidente que en el título, hay una provocación pero también hay argumentos. El sitio creado por el joven emprendedor Pete Cashmore expone a los teléfonos móviles como el primer argumento sólido para pronosticar esa muerte. Los juegos casuales, consumidos en estos dispositivos, mucho menos poderosos que las consolas, pero portátiles, se han convertido en una alternativa para un público más masivo que el conocido como hardcore gamer, que no deja de ser una audiencia de nicho. Otro de los argumentos son las cada vez más costosas producciones de videojuegos, de millones de dólares por su componente cinematográfico, difícilmente sostenible en el futuro, estima Mashable.

 

Sin embargo, hay otro componente que el influyente sitio no expone y en el que me gustaría centrarme pues, considero, es la razón fundamental de esa transformación (algo mucho menos dramático que la llamada “muerte”). De hecho, de alguna forma está vinculada con el cambio de consumo de contenidos (más universales, multi dispositivo) descrito por Mashable, pero no expuesto de forma tan explícita.

 

El argumento tiene que ver con quizá, la más importante tendencia en la guerra de las grandes compañías de tecnología: una oferta basada en dispositivos y servicios.

 

Los cuatro principales protagonistas de esta disputa son Microsoft, Apple, Google y Amazon. En posiciones más relegadas pero también con posibilidad de sumarse a la lista están la sorprendente Samsung y la tradicional japonesa Sony. Y paremos de contar.

 

El primer paso en la estrategia de estas compañías es hacer que los consumidores adquieran alguno o varios de sus dispositivos, no importa si es un teléfono, tableta, o computadora. Al lograrlo, están en posibilidad de ofrecer múltiples servicios en ese dispositivo, sobre los que pueden controlar múltiples modelos de negocio. En otras palabras, tendrán a un usuario consumiendo diferentes servicios como contenidos editoriales, almacenamiento en la nube, aplicaciones, música, películas, etc., provistos por cualquier compañía que quiera “montarse” pero eso sí, dentro de un ecosistema. El de Microsoft, Google, Apple, Amazon, Samsung o Sony.

 

Las consolas de videojuegos no podrían quedarse fuera de esa jugada. Dos de las seis compañías enunciadas, Microsoft y Sony, tienen poderosas marcas, Xbox y Playstation, que llegan a manos de muchos consumidores a los que, no captar también con múltiples servicios más allá de los de gaming, sería un lujo. De ahí que Xbox One, como ya hablamos en semanas previas, apunte a ser un dispositivo todo en uno, que lo mismo permita ver series de TV, películas, escuchar música, que jugar un videojuego.

 

Fe de erratas.

 

La semana pasada, en mi columna referente al evento TagDF a celebrarse en la ciudad de México, mencioné a James Cameron como creador de La Guerra de las Galaxias. Mea culpa. Confusión de redacción que no hizo la correcta atribución a George Lucas.