Las actividades agropecuarias podrían convertirse en el detonante de la economía de los países en desarrollo, debido a la alta demanda de alimentos que habrá en la próxima década, coincidieron las organizaciones para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

 

El informe Perspectivas de la Agricultura 2013-2022 señala que estas naciones podrían ser las responsables de 80% del crecimiento mundial de la producción de carne y exportarán la mayor parte de cereales secundarios, arroz, semillas oleaginosas, aceites vegetales, azúcar, carne de res, pollo y pescado en 2022.

 

“El futuro de la agricultura mundial es relativamente brillante, con una fuerte demanda, la expansión del comercio y los precios altos. Pero este cuadro supone continuar con la recuperación económica y si no somos capaces de convertir la economía mundial en torno a la inversión y el crecimiento de la agricultura, la seguridad alimentaria puede verse comprometida”, aseguró el mexicano José Ángel Gurría, secretario de la OCDE.

 

La ONU estima que en 2050 la población mundial podría llegar a los nueve mil millones de habitantes, de los cuales 70% vivirán en las grandes urbes; esto significa un incremento en la demanda de alimentos para una población que trabajará muy poco en el campo.

 

Por su parte, el brasileño José Graziano da Silva, director de la FAO, apuntó que los altos precios de los alimentos deben ser un incentivo para detonar la agricultura en los países en vías de desarrollo, donde 70% de los habitantes de las zonas agrícolas padecen inseguridad alimentaria, pues la producción es, mayormente, sólo para autoconsumo.

 

En el documento ambos organismos urgen a los gobiernos a invertir en los sectores agrícolas para fomentar la innovación, aumentar la productividad y mejorar las cadenas de valor globales, al mismo tiempo que deben asegurar la sustentabilidad de la tierra y el agua.

 

El aumento de fenómenos ambientales, como las sequías afectarán la producción agrícola en el mundo durante los próximos nueve años y podrían poner en riesgo la seguridad alimentaria mundial, ya que los precios se mantendrán por encima de los promedios registrados hasta el año pasado.

 

“Mientras las reservas de alimentos en los países productores y consumidores sigan siendo bajas, el riesgo de la volatilidad de los precios se amplifica. Una sequía muy extendida, como la experimentada en 2012, aunado a la baja existencia de alimentos, podrían elevar los precios mundiales de 15% a 40%”, subraya el documento de la OCDE/FAO.

 

En el caso del maíz, trigo y arroz, los precios se estabilizarán durante la siguiente década, aunque el precio seguirá siendo alto, debido a fenómenos meteorológicos que podrían afectar a los principales productores. Por ejemplo, la sequía en el oeste de Estados Unidos contribuiría a incrementar el precio del trigo.

 

Según estos pronósticos, México mantendrá estable la producción de estos granos, aunque la importación de trigo y granos secundarios aumentará entre 2018 y 2022, incluso por encima de otros países como Brasil, Estados Unidos o Chile.

 

CHINA, MODELO DE AUTOSUFICIENCIA

 

China es el ejemplo a seguir en los próximos años, pues con sus políticas integrales para la agricultura superará a Estados Unidos y mantendrá la autosuficiencia en sus principales cultivos.

 

Sin embargo, también se prevé que su producción se desacelere a lo largo de la próxima década, debido a la disponibilidad de la tierra y el agua, así como la disminución de las zonas rurales.

 

El estudio de la OCDE/FAO reconoció el rápido crecimiento del sector agroalimentario en esa nación, que le permitirá el consumo de su producción y la exportación de productos, como el pescado.

 

Al mismo tiempo, China contribuirá al crecimiento de otros mercados, al ser el principal importador de carne de cerdo, además de leche y semillas oleaginosas, superando incluso a la Unión Europea.