Recuerdo hace tiempo, un día que decidí ofrecerle a un vigilante, para que no se durmiera durante su guardia nocturna, un gran termo de café caliente preparado con granos recién molidos de café gourmet colombiano.

 

Al prepararlo, en mi mente pensaba que seguramente el siguiente día estaría más que agradecido por haber compartido mi café tan especial con él. Sin embargo, cuál sería mi sorpresa, cuando fui a recoger el termo y vi que prácticamente estaba lleno.

 

Le pregunté qué había sucedido y me contestó que, la verdad, el café no le había gustado, ya que estaba muy fuerte. Ahondando en el tema, después de algunos minutos, fue evidente que para él, el verdadero café, era el soluble y no uno como el que yo le había servido…

 

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