El día: 21 de marzo. El escenario: Los Pinos. El mensajero: Enrique Peña Nieto. El anuncio: el gobierno federal presentará una reforma al sistema financiero. La consecuencia: incertidumbre, sobre todo por los términos en los que se presentaría y los restos que depararía a la banca.

 

Horas después, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Luis Videgaray, ofreció más información: la reforma se llevaría a cabo porque a pesar de que México tiene uno de los sistemas bancarios más fuertes del mundo, también es el que menos préstamos otorga.

 

Entrelíneas, la instrucción para la banca es: prestar, ampliar el financiamiento justo en una temporada en la que México empieza a verse en el concierto internacional como el próximo paraíso para invertir, mientras la maquinaria económica de EU sigue operando a un ritmo muy lento, Europa aún no sale de su pesadilla, Brasil comienza a bajarse de la marquesina y Asia no despega.

 

Como contexto, el crédito en México representa apenas 26% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en Brasil supera el 50% y en Chile es casi de 100%. Las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), que con los años se han convertido en el cliente no distinguido de la banca, son la prioridad de esta estrategia.

 

Los banqueros no alzaron las cejas, no les sorprendió la noticia. Ellos están muy bien enterados de lo que vendrá. Incluso, estamos frente a un sector que acostumbra estar muy de cerca con sus reguladores para conocer (y opinar) sobre los cambios que les incumben.

 

Y esta reforma no es la excepción.

 

Hoy, sin embargo, la propuesta ha empezado a alborotar conciencias, sobre todo en el sector bancario, que está integrado por 47 instituciones y, que ya carga debajo del brazo con una contrapuesta para agilizar el crédito hacia las Pymes.

 

La banca quiere prestar, siempre y cuando cuente con el respaldo económico del gobierno. A través de una “garantía”, se podría compartir el riesgo que existe de que un acreditado no cumpla con el pago de su préstamo. ¿Y los recursos de dónde saldrán? No hay de otra: de la banca de desarrollo.