Las protestas de maestros en Guerrero en contra de la reforma educativa constituyen el primer gran desafío para la agenda de reformas emprendidas por el presidente Enrique Peña Nieto, coinciden The Wall Street Journal y The Economist.

 

En una nota publicada ayer, el diario neoyorkino apunta que con el cierre de escuelas y la toma de las calles los maestros en huelga en Guerrero “están desafiando a la administración de Peña Nieto” al oponerse a una medida que fue firmada como ley en febrero pasado, y que por primera vez requiere que los profesores sean evaluados por un órgano independiente.

 

Advierte que un conflicto prolongado podría socavar el capital político de Peña Nieto, que busca un amplio consenso para su ambiciosa agenda, además de que generaría dudas acerca de la posibilidad de implementar plenamente la reforma educativa.

 

Hasta ahora, cita la publicación, las acciones han dejado a unos 42 mil niños sin clases, así como a padres desesperados tras dos meses de protestas.

 

Por su parte, en su  edición de esta semana The Economist describe como “una fuerza a tener en cuenta” a los profesores disidentes: “Algunos llevan sombreros de paja gentiles, otros pañuelos rojos que ocultan sus rostros. Algunos llevan sombrillas, otros palos y barras de metal que esgrimen con expresión hosca”.

 

Su protesta, apunta, representa un reto para el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto: cómo sacará adelante una agenda de reformas que está impulsando a la velocidad del rayo.

 

El artículo fechado en Ciudad Altamirano, Guerrero, señala que las protestas vienen de un lugar inesperado, considerando que tras el arresto de Elba Esther Gordillo, la cabeza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el 26 de febrero por cargos de malversación y lavado de dinero, “parecía como si el señor Peña había eliminado el principal obstáculo para una reforma constitucional en educación que había firmado el día anterior”.

 

Los partidarios de la reforma, expone The Economist, estaban encantados de que se había golpeado un sindicato que durante décadas había dominado sobre la política educativa.

 

Pero un grupo de maestros disidentes no afiliados al SNTE llenó el vacío mediante tácticas extremas como el bloqueo de la carretera a Acapulco durante las vacaciones de Semana Santa. Posteriormente, el 5 de abril, muchos mexicanos aplaudieron la firmeza del operativo a cargo del comandante Espartaco de la policía federal para desalojar a los manifestantes que intentaron otra vez tomar esa vía. Pero las protestas no terminaron.

 

Desde entonces, los profesores han adquirido una fuerza más intimidante: las “policías comunitarias” locales y los grupos de autodefensa que patrullan sus pueblos de montaña con armas de fuego, alegando que el Estado ha perdido el control en medio de un aumento de la violencia relacionada con las drogas.

 

Algunos temen que esos vigilantes tengan vínculos con las guerrillas que han lanzado ataques de vez en cuando en las montañas del suroeste. Manuel Rodríguez, líder de los maestros rebeldes de la sierra, lo niega, diciendo que los vigilantes tratan de restablecer el imperio de la ley, no romperlo.

La publicación señala que más preocupante para el gobierno puede ser el desafío a la reforma educativa que aún carece de una legislación secundaria.

 

De lograrse la aprobación en Guerrero de una legislación, como lo demandan los maestros disidentes, las modificaciones se aplicarán sólo en esa entidad, pero pueden animar a los profesores a para tratar de diluir las reformas.

 

Silvia Romero, ministro de Educación de Guerrero, dice que la eventual aprobación en Guerrero de una legislación, como la exigen los maestros disidentes, podría ser impugnada por razones constitucionales, pero reconoce el mérito de algunas de sus demandas. Como ejemplo menciona que en el estado muchos niños indígenas hablan español como segunda lengua, y algunos no tienen techo en su escuela, y mucho menos acceso a internet. En estas condiciones, dice la funcionaria, puede ser injusto juzgar a los maestros por los métodos utilizados en las escuelas bien equipadas en las ciudades. Para Eduardo Andere, experto en educación del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la reforma no deja lugar a “realidades locales”.

 

Los maestros rebeldes, según The Economist podría llevar implicar un alto costo político. Los manifestantes dicen que ya tienen su mirada en algunas de las otras propuestas del presidente Peña Nieto, como la modernización del sector de la energía, controlado por el Estado y la revisión del sistema tributario.

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