CARACAS. El presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, aspira a suceder a Hugo Chávez con las credenciales de haber sido uno de sus más incondicionales colaboradores, en las buenas y en las malas, durante los últimos 20 años, y la fama de ser un negociador con capacidad para escuchar a los demás.

 

Algunos lo tildan de radical y todos coinciden en su indiscutible lealtad al proyecto de Chávez, del que no se separó en los últimos 20 meses mientras el presidente luchaba contra un cáncer que acabó el 5 de marzo con el deceso del hombre que gobernó Venezuela desde 1999.

 

A él lo ungió Chávez como su sucesor político y a él le correspondió dar la noticia de la muerte del líder de la revolución bolivariana.

 

Ha encabezado una campaña completamente enfocada en su figura, repitiendo que es “hijo” del gobernante y prometiendo continuar su legado siguiendo punto por punto su programa político.

 

Quienes lo conocen aseguran que es un hombre de equipo, que sabe apoyarse en los grupos con que trabaja y tiene grandes dotes de negociación aprendidas durante su pasado sindicalista, del que también sacó una profunda y estructurada formación ideológica maoísta.

 

Antiguo líder sindical, de 50 años, antes de ser la cara de Venezuela en el exterior fue durante muchos años chofer de autobús, se ha codeado en la alta política internacional sin complejos y sin ocultar con naturalidad que no habla más que español.

 

Maduro ha hecho alarde durante la campaña de ese pasado de conductor y ha sido habitual verle llegar a los actos electorales conduciendo un autobús en el que iba con todo el equipo de campaña.

 

Después de convertirse en 2006 en el ministro de Exteriores más joven de la era Chávez, Maduro fue nombrado vicepresidente en octubre pasado, centrando todas las miradas y erigiéndose de facto, y sin demasiadas sorpresas, en el hombre fuerte del chavismo.

 

Nacido en Caracas en 1962 y criado en la popular barriada de El Valle, Nicolás Maduro es un convencido izquierdista que se inició en grado medio como líder estudiantil.

 

Sin pasar por la universidad, trabajó como chofer de autobuses del Metro de Caracas llegando a ser un destacado líder sindical en los años 90.

 

Conoció a Chávez mientras éste cumplía condena en prisión por su fallido golpe de Estado de 1992, en un momento en que varios grupos se acercaban al teniente coronel.

 

Contribuyó a la fundación del partido que llevó al mandatario al poder, el Movimiento V República (MVR), siendo elegido diputado en 2000 tras haber participado en la redacción de la nueva Constitución bolivariana de 1999.

 

Colaborador histórico y beneficiario de una gran confianza presidencial, tomó las riendas del país cuando Chávez estaba en Cuba sin poder contener, en muchas ocasiones, el torrente de lágrimas.