No es la panacea pero los factores externos y los internos se están conjugando para apuntalar una perspectiva económica y un crecimiento en los mercados financieros, mejor a lo que se había pronosticado al iniciar el año para México.

 

Apenas el 5 de marzo pasado le decíamos (Economía, en revisión “negativa”) que buena parte de los analistas económicos del país habían encendido focos amarillos sobre el desempeño de la economía mexicana para el primer semestre de 2013.

 

Una economía que crecerá más cerca del 3% que del oficialista 3.5% para el año, era la tónica de los comentarios. Claro que en el balance también decíamos que se esperaba un segundo semestre mucho mejor, haciendo resucitar los buenos augurios para el crecimiento anual.

 

Sin embargo, los datos recientes sobre la economía estadunidense parecen contradecir, en principio, esa revisión “negativa” de la que hablaban los economistas para México.

 

Le doy dos datos de la economía estadunidense que han sorprendido: Los empleos no agrícolas a febrero crecieron en 236 mil trabajadores y la tasa de desempleo cayó a 7.7% en una muestra de fortaleza inusitada del mercado laboral y que, de paso, respalda el buen dato de confianza de los consumidores, también de febrero, que superó todas las expectativas de los analistas.

 

Ya el martes pasado el Departamento de Comercio de Estados Unidos había dado a conocer los datos sobre la construcción de casas que muestran que el mercado inmobiliario en Estados Unidos ha entrado en una fase de recuperación. Los inicios de construcciones de febrero se elevaron 0.8% respecto a enero, por arriba del estimado del mercado.

 

Claro que no puede asegurarse que estas tendencias del mercado laboral y de la construcción serán permanentes, pero sí muestran un vigor que genera cierto optimismo sobre el crecimiento para el año, con todo y que los congresistas aún debaten sobre el presupuesto.

 

De hecho ayer en su conferencia de prensa, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, deslizó algunas frases que podrían interpretarse como de optimismo sobre el comportamiento futuro de la economía y de los mercados a pesar de que mostró su tradicional cautela sobre cualquier cambio a la política de compra de activos y a la política monetaria en general.

 

Por ejemplo, sugirió que el Dow Jones aún no había alcanzado niveles reales históricamente altos y que no sería “sorprendente” que prosiguiera el rally alcista del mercado accionario estadunidense. Una muestra de que los mercados estarían anticipándose a un mejor comportamiento de las empresas que las estimadas inicialmente.

 

Este positivo panorama inmediato para la economía estadounidense -con todo y los brincos europeos por Chipre y asumiendo que demócratas y republicanos se pondrán de acuerdo en breve en materia presupuestal- plantea un marco que luce mejor a lo previsto, de cara al cambio en el ánimo de las inversiones que ya comienza a verse en México.

 

Si estos factores -el externo y el interno, con el “aterrizaje” de reformas legales en materia energética y fiscal- se conjugan, como parece que está ocurriendo, entonces estaremos frente al inicio de un rally alcista en el mercado accionario y de un peso cada vez más fuerte, como ya se pronostica.

 

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