Los países que dependen de la exportación de energía, como México, Venezuela, Rusia y Arabia Saudita, están fuera del nuevo mapa del poder que se conforma alrededor de la extracción del gas shale.

 

De acuerdo a un artículo de Aviezer Tucker, director adjunto del Energy Institute de la Universidad de Texas en Austin, publicado en la revista Foreign Affairs, la revolución hacia las energías no convencionales, como el gas shale, está haciendo bajar los precios de los energéticos aceleradamente.

 

Mientras Estados Unidos evalúa actualmente cuál tecnología es más eficaz para extraer el gas shale y que China estima que sus reservas de gas natural pueden responder a sus demandas domésticas por al menos dos siglos, México está iniciando un debate sobre una reforma energética que permitiría la apertura de Pemex a la inversión privada que podría ayudarle a explotar el gas shale, entre otras cosas.

 

Por lo tanto, los bajos precios del gas natural harán que eventualmente los países dependerán menos del petróleo, lo que podría disminuir el poder de las naciones exportadoras de combustibles en los próximos cinco años, dijo Tucker.

 

La revolución hacia la producción de energía no convencional resulta de las tecnologías que permiten perforar y extraer el esquisto, una formación rocosa sedimentaria de grano muy fino, también conocido como shale en inglés.

 

Al fracturar la roca hidráulicamente se puede extraer un gas natural. Sin embargo, ese proceso necesita inyectar con mucha presión una cantidad importante de mezcla formada con 95% de agua, 5% de arena y 1% de diferentes productos químicos.

 

Esta técnica fue descubierta en 1948, pero ha podido ser desarrollada solamente durante los últimos cinco años, después de que las nuevas tecnologías permitieran que la fracturación hidráulica se volviera comercialmente rentable.

 

Tucker comenta que gracias al uso de esta técnica en Estados Unidos, el precio del gas natural ha bajado a la cuarta parte de lo que valía en 2008.

 

Estos bajos precios están transformando la economía estadunidense, incluyendo el retiro previsto de una sexta parte de su capacidad de generación de energía de carbón para 2020, la conversión de miles de autos hacia el gas comprimido, así como la construcción y repatriación desde China de fábricas de químicos, plásticos y fertilizantes que usan el gas natural como materia prima y combustible.

 

Para 2025, la firma de servicios profesionales PricewaterhouseCoopers predice que la industria de energía intensiva creará un millón de nuevos empleos en Estados Unidos.

 

Tucker señala también que la importación de Estados Unidos de petróleo ha disminuido de manera importante desde 2005, pasando de 60% a menos de 45% el año pasado.

 

El bajo precio del gas natural también forzó a Europa a renegociar sus importaciones desde Rusia, cuyo país le suministra la cuarta parte de sus necesidades. Los países europeos ahora negocian a corto plazo sus contratos de gas con Rusia y la empresa estatal Gazprom, debido a la reducción de los precios de este combustible.

 

No obstante, Gazprom, así como varios países como Francia, Bulgaria, el estado estadunidense de Vermont y la provincia de Quebec en Canadá, se han negado a hacer la revolución hacia la producción de gas shale, debido a los importantes riesgos que implica esta técnica para el medio ambiente.

 

“Al excavar el suelo, se necesita maquinaria pesada que contamina mucho y una vez que el pozo está excavado, hacemos explotar el suelo y la roca para sacar el gas, con agua y químicos. Todo eso se va al manto freático y contamina el agua potable”, dijo a 24 HORAS André Belisle, presidente de la Asociación Quebequense de Lucha contra la Contaminación Atmosférica (AQLPA, por sus siglas en francés).

 

Belisle recordó que numerosos estudios revelaron que esta técnica produce mayores cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero y contamina de manera equivalente a la explotación del carbón.

 

“Ha llegado el momento en que los países están decidiendo tomar los riesgos más grandes y peligrosos para poder responder a sus necesidades en gas y permitir a las compañías petroleras y de gas natural hacer más dinero. Todo eso en el contexto climático urgente que conocemos y con la lógica más elemental que podemos tener es decir hacer mejor y diferente”, concluyó.