Nueva Orleáns dará otro paso en su lenta recuperación de la devastación ocasionada en 2005 por el huracán Katrina cuando albergue este domingo el XLVII Súper Bowl e inmediatamente después reinicien los desfiles de Mardi Gras.

 

Para la policía será un reto inmenso controlar la presencia de unos 150 mil fanáticos que estarán en la ciudad para el Súper Bowl a pocos días del Mardi Gras, la tradicional fiesta de carnaval que atrae a miles de parranderos al Barrio Francés y sus restaurantes, bares y discotecas.

 

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También es una oportunidad para que la policía de Nueva Orleáns muestre su nuevo rostro, luego de varios escándalos de brutalidad y mala administración. Cinco oficiales fueron hallados culpables de violación de los derechos civiles por tiroteos en los que murieron personas después del huracán Katrina.

 

 

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Además, pesquisas del Ayuntamiento revelaron que algunos oficiales se enriquecieron mientras Nueva Orleáns luchaba por ponerse de pie. El ex alcalde Ray Nagin fue acusado este mes de aceptar sobornos a cambio de otorgar contratos de reconstrucción.

 

El mismo Súperdome se convirtió en un símbolo de sufrimiento, después que miles de personas quedaron varadas en el estadio sin comida ni agua tras el paso de Katrina y mientras la zona aledaña se sumía en el caos. El huracán dejó unas mil 800 muertes y destapó un nivel de pobreza que sorprendió a muchos en Estados Unidos y el resto del mundo.

 

La inversión de cientos de millones de dólares en renovaciones ayudaron a que el estadio fuese apto para albergar el XLVII Súper Bowl, y la ciudad ya no exhibe las cicatrices de la destrucción ocasionada por la tormenta.

 

 

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El gobierno gastó miles de millones de dólares para reparar y reemplazar decenas de miles de casas destruidas por las inundaciones. Ya no se ven los camiones que servían como casas de emergencia y que alguna vez eran omnipresentes, y los diques que se rompieron cuando se inundó 80% de la ciudad fueron reforzados para evitar una catástrofe similar.

 

El turismo, la arteria económica de la ciudad, resucitó a pesar de Katrina y el derrame de petróleo de 2010 en el Golfo de México.

 

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Las multitudes en el Jazz Fest y Mardi Gras, lo dos eventos más famosos de la ciudad, alcanzan los mismos niveles que antes de la tormenta. Mientras, la industria del cine ha aprovechado los créditos contributivos, y ahora hay más restaurantes que antes de Katrina.

 

“Esta es una secuela extraordinaria para una ciudad que hace siete años estaba bajo 15 pies (4,5 metros) bajo agua y última en cualquier lista en Estados Unidos”, comentó el alcalde Mitch Landrieu. “Ahora somos una ciudad que está en el primer plano mundial”.

 

 

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