Cuando John Pemberton creó un jarabe para combatir la tos y luego para imitar bebidas no alcohólicas francesas, nunca creyó que su invento se convertiría en el dolor de cabeza en el combate a la diabetes, la obesidad y el sobrepeso.

 

Coca-Cola es la bebida líder en ventas en los Estados Unidos y México. Tan sólo en 2010, la refresquera vendió dos mil 500 millones de cajas repletas de bebida en nuestro país. Un país que se ha llenado de gente con sobrepeso.

 

Esto y la percepción de que el refresco tiene una relación directa con el aumento de peso, ha causado un gran impacto negativo a la empresa con sede en Atlanta.

 

Y es obvio. Durante décadas, las campañas de Coca-Cola han ido dirigidas a jóvenes y pubertos principalmente. Públicos que, hasta hace unos años, usaban el refresco no sólo como una bebida para acompañar su hamburguesa y sus papas, sino también como un referente de inclusión social entre grupos de amigos y clanes.

 

No por nada, el gasto publicitario de Coca-Cola hacia esos públicos era y es enorme. El patrocinio de la bebida con receta secreta a conciertos, festivales y arenas es tradicional.

 

No obstante, de un tiempo a la fecha, ese público ha cambiado sus hábitos y costumbres. Las hamburguesas han sido remplazadas por alimentos vegetarianos o bajos en calorías, las papas han salido de la ecuación y la Coca debió ceder su lugar a jugos, aguas y tés.

 

Todo con el objetivo de cuidar el físico.

 

Aún a la fecha, Coca-Cola continúa con una mayoría de consumidores de su producto estrella, pero más vale prevenir.

 

Por ello, la empresa ha emprendido una nueva ofensiva en el terreno que tiene mayor conocimiento: la publicidad.

 

Sí, de los mismos que trajeron “la chispa de la vida”, “quisiera darle al mundo hogar” y “la pausa que refresca” llega “cambiemos juntos”.

 

Así, Coca-Cola lanzó un par de comerciales largos en la unión americana donde se ponía al lado de todos aquellos que luchan en contra de la obesidad. En ellos, la refresquera desea dar a conocer las medidas que ha emprendido desde hace 15 años para combatirla.

 

Primero, de más de 650 marcas y presentaciones, 180 de ellas son bajas en calorías o sin azúcar. Incluso, sus refrescos más populares como Coca-Cola o Fanta tienen sus presentaciones Zero o dietéticas.

 

Con esto, el promedio de consumo calórico por refrescos ha bajado 22% en tres lustros.

Segundo, crearon nuevas porciones menores de sus productos.

 

De la misma forma, han cambiado en escuelas alrededor de los Estados Unidos sus productos con alto contenido azucarado por jugos y bebidas dietéticas.

 

También, enumera la forma en que ayuda a programas de ejercicio y de preservación del medio ambiente.

 

Y, al final, dentro del terreno del anuncio, Coca-Cola hace una jugada maestra: lanza la responsabilidad al consumidor.

 

“Todas las calorías cuentan, sin importar de dónde vengan, incluida una Coca-Cola”.

 

Inteligente forma de recordarnos algo: la libertad de decisión sobre lo que consumimos está en nosotros. Ningún producto obliga a consumirlo.

 

Hay un segundo anuncio de esta campaña que es más juguetón y lúdico, pero es en este primer largo spot que Coca-Cola saca, de un chispazo, la inteligencia necesaria para ponerse del lado aliado y no como enemigo. Algunos, aún, piensan que es el lobo con piel de oveja deseosa de enflacar.

 

Al final, seguiremos con Coca-Cola en los conciertos, en festivales, en acústicos, en campañas motivacionales, en tiendas y fondas.

 

Ahora, en una de esas, también en gimnasios. Vaya chispa.