Este fin de semana cerrará de manera oficial la era Beckham en la liga estadunidense de futbol.

 

¿Qué dejará detrás el futbolista más mediático de la historia? Cifras añoradas desde que en los setenta se intentó por primera vez posicionar una competición de este deporte, cuando trajeron a los que habían sido mejores jugadores del mundo unos años antes. Llegaron Pelé, Franz Beckenbauer, Johan Cruyff, George Best, Carlos Alberto, Gerd Mueller, en un esfuerzo ruinoso para el común de los inversionistas. Dinero y paciencia se agotaron, al tiempo que el común de los estadunidenses continuó entendiendo por futbol algo que implica cascos y ovoide.

 

Al margen de que David Beckham será tarde o temprano propietario de un equipo de la denominada Major League Soccer, su legado es evidente. A partir de Becks, el soccer se tiñó del glamour hollywoodense con Tom Cruise, Will Smith y Eva Longoria en las gradas de un deporte que poco antes sólo importaba a jovencitas (ahí sí, siempre han sido potencia), niños de primaria o integrantes de la comunidad hispana. Combinado el efecto Beckham con la desilusión que supuso la huelga en la NBA, hoy el balompié es el tercer deporte en asistencia en la Unión Americana (detrás de NFL y béisbol).

 

El comisionado de la MLS, Don Garber, admite, “Sin él, la liga no estaría en donde está ahora”, y las siguientes cifras confirman sus palabras. Hoy una franquicia cuesta cuatro veces más que a su llegada en el 2007. El aforo promedio incrementó a 18 mil por partido. La cantidad de equipos será de 20 para el 2013 (seis más que antes del arribo del británico) y muchos de ellos ya actúan en estadios exclusivos para futbol. El nuevo contrato de patrocinio para implementos deportivos, incrementó a 200 millones de dólares por ocho temporadas. Ya hay un convenio de televisión con la NBC, además del que existía con Univisión y ESPN, tan distinto a aquella época en que la MLS pagaba por ser emitida en su intento por popularizarse o difundirse.

 

Y no ha sido sólo Beckham: tras él fueron fichados Thierry Henry, Rafa Márquez, Robbie Keane; ahí se han afianzado ídolos locales como Landon Donovan; ahí está el trabajo de años a fin de acercarse a distintas comunidades de inmigrantes y reclutar a las nuevas generaciones de estadunidenses… Pero nada hubiera sido lo mismo sin lo que el ex capitán de Inglaterra provoca dentro y, sobre todo, fuera de la cancha.

 

Algunos lo consideran el rostro más conocido de occidente, el símbolo más claro de la globalización, la marca más posicionada del deporte. Personaje que lo mismo aparece sudando en la cancha, que en un coctel entre celebridades como Steven Spielberg y Oprah Winfrey, que en misiones humanitarias en Afganistán, que en un desfile de modas, que posando en ropa interior, que cargando la flama olímpica a su llegada a la Gran Bretaña, que como invitado a la boda del príncipe William.

 

Para Beckham el negocio norteamericano ha sido redondo, cobrando más de 40 millones de dólares anuales en diversos patrocinios, además de que su esposa Victoria logró penetrar el mercado estadunidense como diseñadora de modas.

 

A cambio de eso, renunció a la élite del futbol en años que todavía tenían que ser estelares en su carrera. Tuvo dos préstamos al Milán que insinuaron su vigencia futbolística, pero su vida ya pertenecía al paseo de la fama de Hollywood, a las playas de Malibú, a ser espectador en partidos de los Lakers y paseante entre boutiques de Rodeo Drive.

 

Sus inicios en el Galaxy fueron criticados. Donovan expresaba molestia por la poca implicación de Beckham, la afición incluso lo abucheaba y el técnico llegó a dejarlo en la banca. En los primeros cuatro años jugó poco más de 50 cotejos, que es lo habitualmente disputado por un futbolista importante en una sola temporada europea. Fue a partir del 2011 cuando sus cifras mejoraron y contribuyeron notablemente a que el cuadro angelino consiguiera títulos.

 

La despedida ha rebotado tanto en el mundo como su llegada, cuando militaba en el Real Madrid y se especulaba que ficharía por alguno de los gigantes europeos. Hoy se habla de que irá a ligas como la de Australia, Qatar, Inglaterra y, sobre todo, Francia, donde el Paris Saint Germain de ilimitado capital del Golfo Pérsico estaría feliz de recibirlo (y con ello seguir potenciando su marca).

 

¿Por qué Beckham ha logrado lo que Pelé, Beckenbauer y Cruyff no consiguieron? Primero, porque son tiempos diferentes y las comunicaciones acercan todo ejercicio de mercadotecnia. Segundo, porque la presencia del futbolista que más ha trascendido al futbol en la historia, era lo necesario para captar aficionados ahí donde nadie los sospechaba o intuía.

 

Treinta años antes, el común de los estadunidenses jamás se enteró de que un brasileño, al que se llamaba rey, estaba jugando en su liga. Aun cuando apareció en películas y caricaturas, lo de Pelé impactó casi exclusivamente en ámbito neoyorkino y futbolero. Sí llenó estadios, si propició viajes de miles específicamente para verlo, mas no generó un efecto a largo plazo.

 

Beckham ha concedido al futbol estadunidense lo infructuosamente intentado con multitud de estrellas setenteras. Etapas y circunstancias diferentes, pero la MLS sabe hoy que su continuidad está garantizada, que su desaparición es ya imposible. Más aún, se prevé que siga creciendo en afición, audiencia y perspectivas económicas. Por ello seguramente los más interesados en que Becks se convierta en propietario de un equipo, son los propios federativos de la MLS: es la forma se seguir contando con su seductora imagen.

 

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