El surgimiento de grupos de autodefensa civil en estados como Michoacán, Guerrero, Veracruz, Morelos y Chihuahua, entre otros, es la respuesta natural y legítima ante la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad en esas zonas del país, sin embargo el principal riesgo radica en la proliferación de armas reservadas al Ejército para enfrentar al crimen organizado.
Según los especialistas, aunque en México es a partir de 2009 cuando ganaron notoriedad, este tipo de organización comunal se extendió desde los años 70 en amplias zonas de Perú, Guatemala, y una década después en Colombia.
Para Sergio Sarmiento, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, la autodefensa que han emprendido diversas comunidades en México como recientemente lo han hecho Urapicho y Cherán, en Michoacán, está lejos de la evolución que tuvieron en Colombia estos hasta convertirse en paramilitares.
“En el horizonte yo no veo eso. La diferencia es que en Colombia había grupos guerrilleros enfrentados con narcotraficantes, igual que en Perú por ejemplo. En México es una tradición la autodefensa de los pueblos rurales, reconocida en las leyes orgánicas municipales”, explicó el especialista.
Mencionó en este punto que en el caso mexicano, movimientos sociales como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), que mantiene presencia en Oaxaca, Guerrero y Michoacán se han mantenido al margen de la actividad del narco.
En el sector rural mexicano los pobladores se organizan para vigilar y cuidar a la comunidad desde hace siglos, el problema, subraya Sergio Sarmiento, es que ahora no se enfrentan a delincuentes comunes, sino a grupos criminales fuertemente armados, por lo que su operación es más evidente.
“Ya no son las escopetas, que pueden utilizar ahora. Hoy es muy fácil conseguir armas largas. Por ejemplo, en la zona de Tierra Caliente, Costa chica, la Costa Grande, la Montaña -en Guerrero-, la costa oaxaqueña, la mixteca, hay gente armada (…) El tráfico de armas es muy fácil en el campo mexicano”, advirtió.
Qué pasaría “si las comunidades empiezan a armarse con el mismo calibre que la delincuencia organizada”, cuestionó el investigador al señalar la incapacidad del gobierno federal para contener la violencia.
“En las guerras hay convenciones internacionales, pero aquí no habría una guerra convencional. Hasta ahora, no existe una declaración de guerra pero hay 70 mil muertos. La pregunta es: ¿en dónde está el Estado?
POLICÍA COMUNITARIA
La Policía Comunitaria es un caso paradigmático. Surgió a finales de 1995 en Guerrero, tras la matanza de campesinos en la comunidad de Aguas Blancas para defender a la población de la represión militar y de las bandas criminales de la zona.
Gonzalo Solís Cervantes, delegado de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) en el estado de Guerrero, reporta que suman ya 72 las comunidades de esa entidad que han optado por la conformación de una Policía Comunitaria, principalmente en la zona de la Costa y Montaña.
De acuerdo con el funcionario, los resultados son positivos. Señala que la operación de estos grupos agrupados en la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), no compite con las fuerzas formales, y lo que existe es una muy buena coordinación entre la procuración de justicia oficial y la comunitaria.
El mayor logro, dice, es que se han logrado abatir los ataques a la ciudadanía en el marco de los enfrentamientos entre la delincuencia organizada en esa entidad.
REPLICAN MODELO
La CRAC, con sede en Guerrero ha dado ejemplo a otros pueblos. En Morelos, en los últimos años comuneros, productores y empresarios de los municipios de Ocuituco, Ocoxaltepec y Tetela del Volcán; en Chihuahua, la comunidad de Le Barón también existen grupos de autodefensa.
En Michoacán, apenas la semana pasada el gobierno del estado avaló la creación de una policía comunitaria en Urapicho, perteneciente a Paracho, ante el temor de un ataque del crimen organizado y tras haber creado su propio sistema de autodefensa.
El 9 de octubre, habitantes de esa localidad anunciaron la creación de su propia estrategia de autodefensa ante el temor de que el crimen organizado vulnerara su seguridad. En abril de 2011, Cherán, también en la meseta purépecha, los pobladores recurrieron a esta misma práctica.
Antes lo hicieron Urío y también otros comuneros de Santa Fe de la Laguna, Turícuaro, Comachen, Arantepecua, Quiriseo y Sevina, frente a las amenazas del crimen organizado.
En esa zona, los grupos criminales La Familia y Los Caballeros Templarios operan no sólo para la producción y venta de drogas, sino también en la tala clandestina.
En Veracruz, a mediados de septiembre pasado, el presidente del Consejo de Participación Ciudadana de la delegación de la Procuraduría General de la República, Arturo Mattiello, alertaba sobre el riesgo de una escalada de violencia en el estado por la presencia de ciudadanos armados, principalmente en el norte y sur, en respuesta a la ola de secuestros.
En su opinión, esta situación generaría mayor violencia y que la entidad siga los pasos de Colombia.
“En Colombia también surgieron los grupos paramilitares como autodefensa ciudadana, y derivaron en grupos fuera de la ley: el Ejército de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) nació como grupo de autodefensa”, advirtió Mattiello.
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