La mayoría republicana del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos reveló ayer que el objetivo central de la fallida operación Rápido y Furioso, instrumentada por la Oficina de Alcohol, Tabasco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), era ubicar la red de distribución y la guarida de los principales capos del Cártel de Sinaloa, que dirige Joaquín El Chapo Guzmán.

 

Además, identificó a cinco funcionarios de la ATF como responsables de los yerros que llevaron al fracaso de dicha operación: Kennet Melson, director en funciones de la ATF; William Hoover, subdirector; William McMahion, director de la división de Phoenix; William Newell, agente especial, y Mark Chait, director adjunto de Operaciones.

 

En su informe de 2 mil 359 páginas, titulado La Anatomía de una Fallida Operación: Parte I de III, los republicanos señalan que la operación Rápido y Furioso surgió de una nueva estrategia implementada por el gobierno de Barack Obama para detener el flujo de armas ilegales de Estados Unidos hacia los cárteles mexicanos de las drogas.

 

“La operación Rápido y Furioso nació de esta estrategia. El plan de la administración cambió el énfasis en combatir a los cárteles de las drogas de enfocarse simplemente en confiscar armas a identificar las redes que las trafican (…) pero este esfuerzo tuvo un éxito mixto”, se indica en el informe.

 

El objetivo era, entre otros, ubicar la red de suministro de armas de alto poder al cártel de Sinaloa.

 

De acuerdo con el reporte legislativo, la investigación que realizaron los representantes republicanos incluyó la revisión de más de 10 mil documentos y la realización de dos decenas de entrevistas.

 

Según el documento, desde el inicio de la pesquisa los cinco funcionarios identificados como responsables han sido reasignados dentro de las filas de la ATF, la cual experimentó a su vez una transformación interna a raíz de “Rápido y Furioso”.