Jacques Rogozinski recibe a 24 HORAS en el lobby de uno de los hoteles de Polanco, va llegando de comer, después de algún tiempo de no estar en México, la nación que todavía lo recuerda como el hombre que vendió Telmex y ayudó a que Carlos Slim se convirtiera en el hombre más rico del planeta. Acepta platicar con este diario para presentar su libro Mitos y mentadas de la economía mexicana.

 

“Este libro será incómodo para muchos porque es escéptico, desafía las ortodoxias y la sabiduría convencional”, escribe Rogozinski en la página 13.

 

“Este libro es amoral porque trata sobre economía y desarrollo.

 

“Este libro cuestiona la forma como México se ha comportado históricamente, manteniéndose rehén de sí mismo, aplicando ideas casi con ansiedad automática, sin evaluar con detenimiento sus insumos, sus posibilidades, sus capacidades, sin adaptar los modelos económicos a su propia realidad y sin pintarle la raya a nadie”.

 

–Pónganos en contexto, usted fue director de la Unidad de Desincorporación de Empresas Paraestatales…

 

–De eso, 20 años casi. Básicamente me tocó estar en la Unidad de Desincorporación, en la parte en la que trabajé yo fue en la parte industrial, a mí no me tocaron las instituciones financieras, esas las hizo Guillermo Ortiz. A mí me tocó toda la parte industrial, desde empresas, como Beneficiadora de Coco de Acapulco (Becasa, productora del jarabe Kalahua), que fabricaba el jarabe para mezclar las piñas coladas, que quiero suponer que en algún momento alguien pensó que era muy importante para el desarrollo del país, quiero suponer que no nos podíamos quedar sin piñas coladas… estoy siendo sarcástico, pero la situación es que México llegó a tener mil 200 empresas públicas…

 

–Quiero que nos ponga en contexto de dónde está parado…

 

–Está muy bien… pero, vamos, a ver, ahorita vamos a platicar un poquito de eso… el país llegó a tener mil 200 empresas, mil 155 para ser exactos, empresas en manos del estado, que llegó a tener desde el Hotel el Mirador, donde está la Quebrada en Acapulco; tenía Becasa y tenía también Telmex, o sea, desde las más pequeñas hasta las más grandes. Por cierto, también poca gente ha de saber que tenía Leche Boreal, entonces el gobierno producía desde piñas coladas, le daba los tragos para que la gente viera desde el Hotel el Mirador cómo se tiraban en la Quebrada, y tenía Mexicana de Aviación, Aeroméxico, y Telmex…

 

–(…)

 

–¿Por qué? Lo explico en el libro… porque en una época se suponía que el gobierno debía de estar metido en todo. Desde mi punto de vista, y siempre lo dije y lo tengo en otro libro que publiqué, el problema no es tanto si el gobierno se mete o no a manejar una empresa, ese no es el problema, porque hay ocasiones en que el sector privado, o no tiene los recursos, o no tiene el know how, o por alguna razón histórica es importante que se produzca ese producto, y en ese momento el gobierno puede decir, si no hay nadie en el sector privado que lo haga, y es importante para el país hacerlo, lo hago yo. Por ejemplo, el acero, durante la Segunda Guerra Mundial había necesidad de acero, pero todo se lo estaba tragando EU para hacer barcos de guerra. México requería acero, y no había acero, ni empresas fuertes, cuál fue la decisión el gobierno: hacer Altos Hornos de México. Perfecto, no tengo ningún problema mental con que el gobierno en un momento diga es importante para el país tener una empresa acerera para proteger nuestros intereses y nuestro crecimiento y que lo haga. Lo que ya no queda claro es que 50 años después, cuando ya cambiaron las cosas, pues tenga que seguir manteniendo esa empresa. La idea era vende esa empresa y crea otra en Chiapas, donde requieres también desarrollo, no tienes gente en un momento dado que lo esté haciendo, y dices, bueno pues nosotros lo hacemos. Lo que yo estoy tratando de decir con esto es que las privatizaciones no son temas de fe, ni es religioso, tiene que ver con las necesidades reales de un país…

 

–Pero se toman como algo de fe, o algo negativo, a lo mejor dentro de 20 años se ve como un movimiento de avanzada, muy adelante de su época…

 

–Eso lo digo en el libro. Cómo van cambiando en el tiempo las teorías económicas. Voy a hacer un paréntesis ahí. La gente cree que si un gobierno tiene empresas, ese modelo no es modelo capitalista. Bueno, tengo la mala noticia para los que creen eso que no es el caso. Existen varios tipos de capitalismo. El capitalismo de Estado, que hoy lo hace China, existe el capitalismo de empresas oligárquicas, que son de algunas familias, Estados Unidos durante una época los tuvo, con los Rockefeller, con los Vanderbilt, todos esos… luego tiene usted el capitalismo de empresas grandes y el capitalismo emprendedor. Básicamente son cuatro modelos de capitalismo, que ni son todo el tiempo, y van cambiando. Hoy, los Estados Unidos están apoyando a muchas de sus empresas, como General Motors, y entonces de alguna forma el Estado entra a lo que hizo México en su momento con Altos Hornos, que le estoy diciendo. En el caso de Altos Hornos la creó. En el caso de Aeroméxico, la rescató. Que es lo que hace ahorita EU con GM.

 

–¿Por qué privatizó las empresas?

 

–Con cada una de las empresas que se vendieron, y algunas que se liquidaron, hubo un estudio previo de por qué se tenía que hacer. Entonces no fue necesariamente un dogma. Hubo muchas empresas que no se vendieron.

 

–¿Qué le gustaría que pasara con este libro?

 

–Lo que quisiera es que la gente reflexione… mire, aquí atrás yo puse: llama a pensar de manera creativa y heterodoxa el modo de resolver el presente y prefigurar el futuro, convirtiéndose en un destructor de mitos y un receptor de mentadas… qué quiero, que todo el mundo me miente la madre, mientras más, quiere decir que más le dolió. Si se ponen de acuerdo con uno o dos temas de aquí, con eso vamos para adelante.