Expulsado por Amalia García, de 2004 a 2010, Joaquín El Chapo Guzmán quiere recuperar Zacatecas, bajo control de Los Zetas, a sangre y fuego.

 

Desde el jueves pasado esta plaza comenzó a sobrecalentarse con el secuestro de halcones y narcomenudistas. Y hasta hoy, la violencia más silenciosa y discreta ganó, además de muertes, reflectores.

 

El punto de ebullición es Sombrerete, un municipio ubicado en la zona limítrofe entre Durango y Zacatecas, controlado por Los Zetas. Y precisamente esta ruta hacia el norte es el botín en disputa entre ambas organizaciones criminales.

 

Hace cuatro años, la violencia en esa demarcación se caracterizó por el secuestro de familias enteras de ganaderos de la región, mismos que fueron llevados a cabo por comandos en convoyes de por lo menos 20 vehículos.

 

Era entonces la época del gobierno perredista de Amalia García Medina, quien, según sus detractores políticos, permitió que la entidad se mantuviera bajo el control de Los zetas.

 

En esos momentos Sombrerete estaba controlado por ese grupo criminal, al grado que sus lugartenientes provocaron la imposición de toques de queda de facto, sembrando el miedo en la gente con ejecuciones a partir de las siete de la noche.

 

Pese a las extorsiones de Los Zetas a profesores y comerciantes, pero sobre todo al aumento de secuestros de empresarios y productores de la región, las autoridades estatales y federales no desplegaron ningún operativo especial para combatir estos delitos.

 

En los últimos ocho años sólo ha habido instalación de retenes de la policía estatal de forma esporádica, ligados sobre todo a la revisión de autobuses de pasajeros, porque hace un año aumentó el asalto a esas unidades. Los marinos, por su parte, también han realizado patrullajes, con detenciones de algunos presuntos zetas.

 

 

El combate por Sombrerete

 

Las células ligadas con el Cártel de Sinaloa no son nuevas en Sombrerete. Ya tenían presencia en este punto estratégico desde la década pasada; sin embargo, la entrada de los lugartenientes de Los Zetas, apoyados por policías estatales, provocó que a finales de 2005 la plaza fuera cedida a lo que alguna vez fue el brazo armado del Cártel del Golfo.

 

La batalla por ese territorio se reactivó el pasado 12 de octubre, durante un enfrentamiento entre La gente de Durango (Chapos) contra Los Zetas, en las inmediaciones del rancho Mesillas, por la carretera estatal hacia Chalchihuites, Zacatecas.

 

Seis días después, luego de realizar labores de detección de halcones, puchadores y orejas ligados con Los Zetas, las células de El Chapo irrumpieron con volantas la tarde-noche del jueves 18. Se enfrentaron contra ellos con fusiles de asalto y terminaron por llevarse al menos a una docena de personas, entre ellos algunos menores de edad.

 

El fin de semana pasado, un grupo de Los Zetas, que viajaba en al menos ocho camionetas, trató de pasar factura por el plagio de quienes trabajaban para ellos, lo que desató balaceras que atemorizaron a los pobladores, quienes manifestaron, desde el anonimato, que es urgente que pare la violencia.

 

Lamentaron que el gobierno federal “tenga más en cuenta a Fresnillo o a Valparaíso o a Zacatecas mismo, y que a Sombrerete lo hayan dejado de la mano de Dios”.

 

La ruta del oro

 

Si se toma la carretera hacia el norte, se llega a Vicente Guerrero, Durango, plaza controlada también por la gente de Miguel Ángel Treviño Morales, el Z-40.

 

Otra ruta, por Río Grande, comunica a esa localidad con los municipios de Guadalupe Victoria y Poanas, Durango, en la región conocida como Los Llanos, donde existe la mayor actividad agropecuaria del estado.

 

Esa municipalidad zacatecana con poca vigilancia en general comunica además con los municipios laguneros de Coahuila como Torreón. La ruta para llegar a esa entidad ubicada al noreste del país es la zona de Cañitas y el municipio de Miguel Auza.