A José Eduardo Moreira Rodríguez se lo llevaron del centro de Ciudad Acuña a las ocho de la noche y dos horas después dejaron tirado su cadáver en la localidad de Santa Eulalia. La hora oficial del hallazgo fue las 22:15 horas.

 

El sello de sus asesinos: dos impactos de bala en la cabeza. Esto confirma que se trató de una ejecución. Además era el objetivo, pues a su acompañante no lo secuestraron.

 

El primero en dar a conocer su muerte fue el periódico Zócalo. El gobierno estatal confirmó el hecho poco después de las 22:40 horas, poco antes de que su tío, el gobernador Rubén Moreira, lamentara el asesinato. Mucho más tarde fue el vocero de su padre.

 

José Eduardo, el primogénito de Humberto Moreira, siempre había vivido en Acuña. No tenía camioneta blindada ni escoltas. Vivió hasta diciembre del año pasado en casa de su madre y a cuatro días de concluir el año se fue con su esposa, Lucía Davis Medina.

 

De acuerdo con algunas versiones, el responsable de su ejecución podría ser Miguel Treviño Morales, alias Z-40, uno de los líderes de Los Zetas y cuyas zonas de dominio son precisamente las principales ciudades de Coahuila.

 

Su último mensaje en Twitter lo dirigió al alcalde de Saltillo, el priista Jerico Abramo, y dice “NO ES CIERTO, se habló de la obra del cárcamo del Puerto de Flores, se dijo q cumplimos promesa añeja de alcaldes FFH y OPG”.

 

Era el coordinador de Programas Sociales de la Secretaría de Desarrollo Social estatal, de ahí su mensaje al edil de la capital.

 

Su padre, el ex gobernador y ex dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, justo lo describió como un promotor que realizaba trabajo a favor de los más pobres.

 

Quince minutos antes del plagio, José Eduardo le envió un mensaje a su padre para decirle que se verían el sábado en Saltillo.

 

El ausente en las exequias de su sobrino fue el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira. Fuentes consultadas confirman que el mandatario y su hermano “están distanciados” desde hace meses.

 

Sin embargo, el mandatario tenía una relación muy cercana con su sobrino y por eso lo invitó a trabajar, afirmó un priista consultado.

 

Para el ex dirigente nacional del PRI, la muerte de su hijo es algo que no puede aguantar. “Yo he aguantado calumnias, engaños, pero esto no se puede aguantar. Mataron a mi hijo, le dieron dos balazos en la cabeza unos desgraciados.

 

“Mi hijo viene a ser uno de los muertos de esta guerra, de los miles de muertos”, dijo. Tenía los ojos hinchados.

 

Aficionado al Santos

 

Tanto a través de su cuenta de Twitter como en su convivencia con sus amigos, José Eduardo hablaba de los logros y descalabros de su equipo de fútbol: Santos Laguna.

 

Era un joven tranquillo, que no se metía en líos, coinciden las fuentes consultadas.