En las pasadas elecciones, todos los partidos prometieron un cambio. Y todos mintieron: los representantes que enviaron al Congreso de la Unión son los “dinosaurios” y “niñosaurios” de siempre. De hecho, políticos que durante medio siglo han vivido del presupuesto serán los operadores de peso en la Cámara de Diputados y en el Senado.

 

El caso del PRI es el más notorio. En campaña, Enrique Peña Nieto proclamó que llegaría “un nuevo PRI”. Es falso: en la legislatura que arrancó este sábado, por ejemplo, el coordinador priista en el Senado será Emilio Gamboa Patrón, quien se afilió al tricolor hace cuatro décadas. Era 1972, en eso tiempos de “arriba y adelante” nació políticamente Gamboa. Y desde ahí ha sido casi de todo: secretario particular de De la Madrid, director del Infonavit, del IMSS, de la Lotería, de Fonatur, secretario de Comunicaciones, coordinador de campaña, senador, diputado y, ahora, de nuevo senador.

 

Un compañero de bancada será un “dirigente que ha trabajado y que tiene el respeto de su gremio” (según palabras de Peña Nieto): Carlos Romero Deschamps. Senador. Líder del sindicato de Pemex desde los 90. Declarado formalmente preso por el caso Pemexgate. Nunca absuelto. Pero que nunca pisó la cárcel por su fuero y sus abogados. Él estará ahí, como un puntal para aprobar la “reforma energética que le urge al país” (Peña Nieto dixit).

 

Paralelamente, al Senado llegan otros dos políticos de luenga tradición priista… pero llegan representando a partidos de izquierda. Se trata de Manuel Camacho Solís, que fue alfil salinista y rival de Colosio por la candidatura presidencial de 1994. Comisionado para la paz en Chiapas, fue el eterno postergado por el priismo, hasta que renunció. Ahora es muy cercano a López Obrador y llega como representante del PRD. El otro caso es aún más paradójico: Manuel Bartlett. En 1988, cuando se “cayó el sistema” en los comicios presidenciales, Bartlett se convirtió en “El-Villano- Electoral”: era el secretario de Gobernación. Bartlett no ha renunciado al PRI… pero este 2012 regresa al Senado como coordinador del PT (ya dijo que no descarta alianzas con el tricolor). Si algo tiene es colmillo: hace justo medio siglo obtuvo su primer puesto en la CNC.

 

Alejandro Encinas es otro político de larga data, que conoce la agenda de las ONG y del DF. Su experiencia se sumará a la de gente como Luis Sánchez y el coordinador, Miguel Barbosa.

 

Tanto el Panal como el Verde, en tanto, decidieron enviar a sus (ya no tan) enfants pero sí terribles al Senado. Por el partido que inventó Elba Esther Gordillo, naturalmente arribó Mónica Arriola (su hija), y, por el  PVEM, volvió a llegar al Senado Jorge Emilio González El Niño Verde —quien ha estado dos veces en San Lázaro y es hijo del inventor del PVEM.

 

El PAN tendrá como líder a Ernesto Cordero, quien pese a haber sido secretario de Estado, no es de los coordinadores más experimentados: apenas en 2001 se integró de tiempo completo al PAN.

 

En tanto, en la Cámara de Diputados, uno de cada seis flamantes inquilinos ya ha pasado por San Lázaro (y está proporción supera el 50% cuando hablamos de los plurinominales).

 

El mejor ejemplo lo encarna un viejo lobo: se trata de Jesús Murillo Karam. Tiene 65 años y dos terceras partes de su vida ha vivido por y de la política. Suma la friolera de 12 cargos dentro del PRI y 10 cargos en diversos gobiernos. Es la mano derecha de Peña Nieto, y tiene mucha mano izquierda: en él recayó la defensa priista de la elección presidencial. Y es el presidente de la Cámara de Diputados. Desde ayer puede decir que ha sido dos veces senador y tres veces diputado.

 

Manlio Fabio Beltrones es otro de los grandes representantes del Ancien —et actuel— Régime. Como Peña Nieto, es buen amigo de Salinas de Gortari. Con ocho lustros de experiencia, es reconocido por tirios y troyanos como uno de los operadores políticos más poderosos de México. Baste decir que la primera vez que fue huésped de San Lázaro fue en 1982. Ya presidió ambas cámaras. Ahora ha saltado del Senado a la Cámara baja, para coordinar ahí a las huestes tricolores.

 

Él estará acompañado por gente como Francisco Arroyo (que ha rebotado entre ambas cámaras durante las últimas legislaturas y ahora será vicepresidente de la mesa directiva de San Lázaro); Fernando Castro Trenti (quien ha sabido pasar de la Profeco a la Semarnat bajacaliforniana, y de ahí a la Secretaría de Gobierno estatal, y de ahí al Senado y de ahí a San Lázaro); y Marco Antonio Bernal, prohombre del sector popular del PRI, quien desde los 80 labora a favor de las causas priistas.

 

La izquierda también aporta políticos perennes a San Lázaro; Alberto Anaya, presidente del PT desde que lo fundó (en 1990), conoce al dedillo ambas cámaras; y Amalia García, ex gobernadora de Zacatecas, está en política desde su juventud (y nació en 1951). También está Ricardo Monreal, escudero de López Obrador y culmen de la pluralidad: empezó como priista, devino perredista y llegó como petista a la Cámara… donde coordinará a la bancada de Movimiento Ciudadano.

 

En cambio, los coordinadores del PAN y el PVEM ofrecen la contraparte. Luis Alberto Villarreal es el jefe albiazul en San Lázaro, pero apenas se afilió al PAN en 1996. Y Arturo Escobar detenta el mismo puesto en el PVEM. Y entró a su partido en 1995.

 

La mayor experiencia en esos partidos, más bien, la pondrán gente como José González Morfin (inscrito al PAN 23 años antes que su coordinador); el panista Juan Bueno Torio (de la misma generación que Morfin) y, por parte del PVEM,  Tomás Torres, quien se descubrió ecologista tras militar en el PRD por más de diez años.

 

El Panal, en cambio, es la antítesis de la experiencia: su vicecoordinador, René Fujiwara —nieto de Elba Esther Gordillo— presumió el martes pasado sus tres años de experiencia política, y Fernando Bribiesca (hijo de Marta Sahagún y flamante secretario de la mesa directiva) hizo lo propio con sus dos años de brega política. Vamos: ni siquiera sumando toda la experiencia de todos los integrantes del Panal en San Lázaro (10 legisladores) se acercan a la del ciudadano Manlio Fabio Beltrones.