La legión ruda de los Perros del Mal creó, hace cuatro años, una empresa intermediaria entre los promotores y el público de la lucha libre en México, y en 2012 presume su primer boutique en el número 97 de la calle Córdova, colonia Roma, en el Distrito Federal.

 

“Ya se abrió la primera boutique bajo la marca Los Perros del Mal, con lo cual se traza una oportunidad para contar con una sucursal durante los próximos años en cada uno de los estados del país”, cuenta Venecia Hernández, administradora de la compañía fundada por el Hijo del Perro Aguayo.

 

 

Se continúa con la venta de 100 luchadores independientes a la AAA -como Halloween, Taya Valkyrie y Los Traumas I y II, Zumbi, así como Toscano-, se organizan funciones de luchas libres en el país, que es la principal forma de emplearlos, incluso se planea abrir una academia para los jóvenes interesados en este deporte, señala.

 

“El próximo año se abrirán las primeras franquicias, que serán vendidas especialmente a los aficionados de Guadalajara y Monterrey, quienes se han acercado a preguntar por este modelo de negocio”, anuncia en entrevista con 24 Horas.

 

“Se ha visto que el concepto de los luchadores rudos está pegando en cada una de las ciudades de la República Mexicana. Como empresa, no tenemos el dinero para abrir una tienda en cada estado del país, pero hay aficionados dispuestos a comprar y administrar una tienda con los productos oficiales”, comenta la esposa del primogénito del Perro Aguayo.

 

“Los aficionados han visto que la marca Los Perros del Mal es un buen negocio y está posicionado en el mercado, por lo cual aspiran a llevárselo a sus ciudades”.

 

Recuerda que en 2003, un grupo de luchadores independiente empezó a definirse como la facción de Los Perros del Mal, pero es hasta el 2009 cuando se registra la marca, porque los consumidores empezaron a relacionarla con la lucha libre mexicana.

 

En diciembre de 2008, Pedro abandonó ser un estrella y referente en Triple A y el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), las dos empresas que controlan el pancracio mexicano.

 

La esposa del luchador añade que al comienzo de la firma fue difícil, porque un año después de estar constituida las autoridades mexicanas impusieron un cerco sanitario para evitar el contagio del virus de influenza AH1N1.

 

“Las arenas e inmuebles en esta nación en mayo de 2009 se quedaron vacías y se resintió entre los luchadores, pero se fue superando gradualmente”, dice.

 

“La verdad es muy difícil pelear cara a cara con el monopolio en todos los lados, en la prensa, con los promotores, incluso con los luchadores. Está tan monopolizado que los luchadores que trabajan para una empresa no pueden trabajar aquí”.

 

“Sin embargo, ya se logró un acuerdo con AAA para venderle luchadores y ellos nos venden a nosotros, es un acuerdo, y la aspiración es hacerlo con otras empresas”, comenta.

 

¿Como nace la idea de crear la empresa?

 

“El Hijo del Perro Aguayo vio que muchos luchadores independientes en el país no contaban con una fuente de empleo ni un promotor. El concepto de los perros funcionó bien y fue aceptado, porque la afición se identificó con los luchadores rudos. Además, unificó a los luchadores con la finalidad de emplearlos y promoverlos”.

 

Dice que no tenía ni idea de este negocio.

 

“De repente Pedro me dijo: quiero hacer una empresa y ya son cuatro años que han sido muy exitosos”.

 

Montar una función de lucha libre puede costar entre 50 mil y hasta 300 mil pesos, dependiendo del promotor, el lugar dónde se haga el espectáculo y los luchadores que se presenten.

 

Los sueldos también están en función de si el peleador es una estrella o si se trata de un novato, y pueden ir desde los mil 500 pesos en el caso de los principiantes, hasta los 100 mil  para los estelares.

 

Ha habido mucho interés de los aficionados para vender los productos insignia del Hijo del Perro Aguayo, porque en este momento no se tiene el alcance requerido a nivel nacional, dice.

 

Sin embargo, el boom de Los Perros del Mal en los cuadriláteros mexicanos ha permitido la exportación de playeras, gorras, sudaderas, máscaras, entre otros souvenirs a Estados Unidos, incluso ya se evalúa la comercialización de los artículos en Centro y Sudamérica, precisa la contadora de profesión.

 

“En la página oficial de Facebook, los seguidores nos piden los productos, pero ellos desean verlos y tenerlos para adoptar cuál es el de su preferencia”.

 

Se tiene un catálogo digital, pero los aficionados siempre quieren tocar los nuevos diseños de los productos que cada año son diferentes.

 

“El próximo año se busca abrir una academia para entrenar a los chavos interesados en convertirse en Perros del Mal, ya que son un negocio rudo”, agrega.