Fue un honor haber conocido y haber estado cerca en algún punto de la vida de María de la Heras. Tal vez en su momento parecía lo más normal de las experiencias, ahora me doy cuenta de lo inusual.

 

María siempre fue clara en lo que creyó y así lo expresaba. Ya fuera en lo personal, en lo profesional, en lo ideológico o en lo ético. Fueron estas convicciones las que la llevaron a modelar los datos electorales.

 

Los méritos de María en 2000 y 2012 se deben a esa integridad y esa fuerte convicción sobre la “corrección y modelación” de los datos. Estaba convencida de  no reportar sólo la medición. Hay quien peyorativamente le llama a eso “cuchareo” o “copeteo”. María se encargó de probar que, si bien es un riesgo, se puede hacer bien.

 

A lo que algunos le tenemos mucho temor, ella lo hacía bien, por lo menos la mayor parte de las elecciones presidenciales. Habrá que decir que no siempre, porque esa misma convicción la llevó al dato electoral más errado de 2006. Fue la única ocasión que la vi triste, preocupada.

 

María ha sido para mi la más o una de las más generosas colegas. Compartía experiencia, proyectos, intercambiaba, preguntaba. En un ambiente electoral cada vez más difícil de medir siempre estuvo abierta a la reflexión en su parte más sofisticada, más allá del dato, siempre fue a la explicación. Siempre atenta a lo relevante.

 

Las diferencias siempre claras. “¿Puede quien hace investigación hacer estrategia?”, “¿se puede ser estratega de partido y trabajar en medios de comunicación?”. Temas constantes de diálogo, más que debate (era difícil debatir con ella), pero siempre abiertos a la reflexión.

 

El mérito profesional, sólo hay que dimensionarlo, no hace falta destacarlo. Su parte mediática hace obvio para muchos su carisma, su inteligencia, su capacidad crítica y lo divertida que era. Tal vez es la parte personal la que muchos, aunque sin mucha frecuencia para vernos, vamos a extrañar.

 

María en un medio donde la mayor parte de los colegas somos hombres, aportaba siempre un elemento de género que nos tomaba por sorpresa en las discusiones. Si la conversación se tensaba, ella la relajaba. Si el tono era grave, ella lo aligeraba. Si el argumento parecía insulso, ella lo rescataba. Pero nunca perdía el rigor y el “focus” de la conversación. Siempre estricta y contundente, pero con formas muy amables.

 

Para prueba de su claridad personal e intelectual una anécdota. Hace tiempo se formó el Consejo de Investigación de Opinión. La característica del Consejo es que agrupa personas, investigadores, no empresas. En ella estamos y estuvieron investigadores como Daniel Lund (otra lamentable desaparición), Alejandro Moreno, Roy Campos, Jorge Buendía, Ricardo de la Peña, Lauro Mercado, María de las Heras, y un servidor, entre otros.

 

En una discusión sobre la posibilidad de aceptar a un miembro más y donde la diversidad de argumentos hacía la discusión complicada, María aportó con su claridad característica la pregunta fundamental para definir si se incluía o no a ese investigador.

 

El argumento de María era más o menos así: Los que estamos aquí sentados diferimos mucho y discutimos constantemente, pero nos respetamos. Nuestros números representan nuestras mejores estimaciones, con lo que consideramos las mejores metodologías. En eso creemos. Si alguien nos crítica estaríamos dispuestos a argumentar la defensa de ese colega, la que la crítica sea legítima y no gratuita. Yo no estoy segura que yo pueda hacer eso por el investigador en cuestión. Esa debería ser la pregunta fundamental para decidir si lo incluimos o no. Más claro no podía ser el argumento.

 

Aunque María creía en la construcción de un gremio, nunca simpatizó con la AMAI por pensar que la naturaleza de la opinión pública es distinta a la de la investigación de mercado. Esta es una cuestión que se resolverá con el tiempo, pero su cuestionamiento se mantiene.

 

María nos deja muchos temas por definir. Pero sobre todo muchos amigos y colegas que estamos obligados en su memoria a construir un gremio a la altura de las circunstancias, pues ella siempre lo estuvo.

 

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