PARÍS. La policía francesa, como ha sucedido durante los últimos días, desmanteló campamentos de gitanos, en este caso de unas 200 personas en los alrededores de Lille, al tiempo que se organizaba en Lyon un nuevo vuelo de repatriación al país del que proceden buena parte de ellos, Rumanía.

 

Los agentes desalojaron primero un terreno ocupado por chabolas en Hellemmes, y luego otro en Villeveuve d’Ascq, también en las afueras de la ciudad de Lille, en virtud de la directiva que ayer había recordado el Ministerio del Interior, de aplicar “con firmeza” las decisiones judiciales a ese respecto.

 

El prefecto (delegado del Gobierno) de la región, Dominique Bur, ya había anunciado hacía unas semanas su intención de evacuar los dos terrenos, uno de ellos ubicado junto a una escuela universitaria de arquitectura. La semana pasada un juez firmó la orden de expulsión de las personas que se habían instalado allí.

 

Stéphanie Bocquet, del Colectivo Solidaridad con los Gitanos, denunció en declaraciones a la cadena de televisión BFM TV: “Hoy hemos tenido una expulsión sin solución”.

 

Ironizando sobre el lema de campaña que llevó en mayo pasado a la presidencia de Francia al socialista François Hollande, Bocquet sentenció que “el cambio no es ahora”.

 

Por otro lado, un avión despegó del aeropuerto Saint Exupéry de Lyon en dirección a Bucarest con 240 rumanos que habían decidido acogerse al programa de repatriación instaurado en 2007 por el Gobierno del entonces presidente, el conservador Nicolas Sarkozy, que incluye el billete de avión y 300 euros por adulto y 100 por niño.

 

Este programa fue muy criticado entonces por la izquierda, en particular con el argumento de que suponía simplemente desplazar el problema y que buena parte de los reenviados a Rumanía o a Bulgaria volverían a Francia al cabo de poco tiempo porque en sus países de origen no tenían perspectivas.

 

Esta misma semana, las fuerzas del orden habían procedido al desmantelamiento de otros campamentos de gitanos, el lunes en Vauxl en Velin y el martes en Villeurbanne (también en las afueras de Lyon) y en el límite noreste de París.

 

El de París, en la Porte d’Aubervilliers, albergaba a unas 160 personas que, sabiendo la llegada de la policía a primera hora de la mañana, se habían ido horas antes de unas chabolas que en algunos casos estaban habitadas desde hacía más de dos años.