El argumento metodológico no puede ganar al político o al activista. Las respuestas que hemos ofrecido, no sólo no han sido suficientes, sino que han sido sujetas aún de más críticas que las propias mediciones pre-electorales. Nuestra explicaciones son recibidas y respondidas de manera política. No hay diálogo. No es muy constructiva la discusión, si acaso existe.

 

Evaluar una industria por la estimación de un solo proceso cuando hubo más de dos mil 100 elecciones parece un poco desproporcionado, pero sin duda la elección presidencial era la más importante. Sólo habría que considerar la cantidad de estimaciones pre-electorales que fueron precisas, para tener un poco más de perspectiva. De hecho el propio periódico que publicaba su tracking diario tendría un saldo empatado. La estimación para la Ciudad de México fue precisa, la de la elección Presidencial no.  El marcador objetivamente sería uno-uno.

 

Ahora bien, la crítica se ha enfocado en las últimas mediciones pre-electorales y algunos han rescatado las encuestas de salida. Parecería que se ha dicho todo. Sin embargo, el problema, en un afán de ser exhaustivo con las fallas metodológicas, podría ser aún más grave.

 

En realidad el problema más serio, si vamos al argumento de medición y no al de cambio del elector, no son las últimas mediciones pre-electorales, sino las series. Entre las observaciones diarias, las semanales y las mensuales de distintos actores, hubo en toda la campaña cerca de 200 mediciones. Prácticamente en todas las series hubo sobrestimación del PRI, incluso las  series que al final reportan datos pre-electorales que se consideran los más precisos. Tal vez es cierto para el último dato, pero no para toda la serie. Este debería ser el motivo de preocupación.

 

Un argumento relevante, que los investigadores de opinión no habíamos valorado, es que cuando las encuestas se meten en el terreno de los medios deben de tener mucho cuidado. Es decir, que en el terreno de los medios la información tiene que ser precisa y no sólo aproximada. Y bajo este esquema, lo que le corresponde al gremio es pedir una disculpa. Y en ese terreno nos disculpamos, aunque en el terreno estrictamente técnico no podemos decir otra cosa más que hacemos estimaciones estadísticas, sujetas de error. ¿Es suficiente decir que lo vamos a hacer mejor? No lo sé. Pero por lo menos debemos intentarlo.

 

A sugerencia de un valioso colega, profesional de medios de comunicación (Carlos Puig) hemos decidido algunos miembros del gremio, en particular los que pertenecemos a la AMAI, revisar nuestra experiencia con investigadores de organizaciones internacionales como ESOMAR (Europen Society of Marketing Research), ARIA (Americas Research Industry Allience) o IAPC (International Association of Political Consultants). La idea es que miembros de estos organismos nos ayuden con un comité revisor de nuestra metodologías y puedan emitir un juicio al respecto. Un juicio técnico, objetivo, y neutral que dé satisfacción a las muchas preguntas que se han expresado.

 

Este comité tendría que determinar nuestra labor desde las mejores prácticas, tanto las éticas, como las metodológicas. Sobra decir que se tendrían que revisar, a manera de auditoría, temas como financiamiento, bases de datos, diseño de investigación e incluso tratamiento de nuestra información en los medios de comunicación.

 

El propósito es dar total claridad a nuestras prácticas, ayudar a dimensionar la seriedad del problema y tomar medidas sobre posibles acciones correctivas. En un momento en que la sociedad exige total transparencia a los actores políticos, los investigadores de opinión pública no podemos ser la excepción.

 

* Director de Parametría y Coordinador del Comité de Opinión Pública de la AMAI

 

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