“La droga es la respuesta racional a la locura”. Con esta provocadora frase Oliver Stone da inicio a Savages, irregular largometraje (tal y como lo ha sido a últimas fechas su carrera) que sin embargo representa un digno regreso al estilo y temas que siempre han obsesionado al autor, particularmente el análisis sobre poder y quienes lo detentan.

 

Si en anteriores cintas el director habría diseccionado el poder político, el poder económico, el de la milicia o el de los medios de comunicación, con Savages se ocupa de un poder que le faltaba analizar a profundidad: el del narco.

 

Para ello, Stone echa mano de la novela homónima de Don Winslow en la que un par de jóvenes mantienen un prolífico negocio de cultivo de marihuana en California. Es tal el éxito de su producto (el mejor de la región según dicen) que incluso un cartel mexicano les hará una oferta que será difícil rechazar.

 

Con ligeras reminiscencias a la serie de televisión Breaking Bad; Stone inicia mostrando a estos dos exitosos cultivadores de cannabis como hombres de negocios comunes y corrientes que incluso destinan parte de sus ganancias a acciones humanitarias y altruistas. El narcotráfico como un negocio más que genera beneficios no sólo para el empresario sino incluso para la comunidad.

 

Pero más allá de la dinámica comercial del narco, lo que realmente interesa a Stone son las perversas (salvajes) relaciones entre sus personajes. El pivote de la historia es O (Ofelia, interpretada por Blake Lively) una rubia trofeo que mantiene un curioso trío con los cultivadores de mota (y mejores amigos) Chon (Taylor Kitsch), un violento ex combatiente de Iraq, y Ben (Aaron Johnson), buen samaritano y brillante botánico.

 

De lado contrario tenemos toda suerte de personajes arquetípicos quienes, a pesar del inevitable cliché, no restan interés en la película. Así, Lado (Benicio del Toro) es un frío asesino a sueldo escondido tras la fachada de jardinero mexicano con tremendo bigotón y desesperante acento “latino”. Está también el deliciosamente cínico agente de la DEA interpretado por un memorable John Travolta; así como una sorpresiva Salma Hayek, convertida en histérica diva de un poderoso cartel mexicano que desde la comodidad de su mansión mueve los hilos gracias -entre otras cosas- a su eficiente conexión a internet. Desde aquella secuencia del baile con la boa en From Dusk Till Dawn (Rodriguez, 1996), no habíamos visto tan bien a Salma en pantalla.

 

Savages es una cinta que merece verse por lo poderoso de su reparto, pero que al final termina siendo un producto tibio, entregado más al caos (esa edición frenética), al romance y a la locura que a la crítica o el contraste. Stone reduce la anécdota a un conflicto de familias disfuncionales, una historia de amor que deja de lado la arista más interesante de su guión: la visión mutua del otro como un salvaje, ya sea por su declive moral (los gringos) o por su violencia cada vez más atroz (los mexicanos). Inclusive, ya en el colmo de la autocomplacencia, Stone se permite filmar dos finales para la misma cinta; dejando la puerta abierta, incluso, para alguna secuela.

 

Al final, es triste corroborar que hoy día el Stone más crítico, puntilloso y polémico no está ya en su cine sino en sus declaraciones.

 

 

Savages (Dir. Oliver Stone, 2012)

3 de 5 estrellas.

Guión: Shane Salerno y Don Winslow;

basado en la novela de Don Winslow.

Con: Taylor Kitsch, Blake Lively, Aaron Johnson, Benicio del Toro, Salma Hayek,, John Travolta.